Opinión

Estas noches de estrellados cielos

De noche, el modo más rápido de ver las estrellas es hacer running por casa sin encender ninguna luz. Los antiguos miraban al cielo, y bueno, no está del todo mal, pero eso provoca tortícolis, es decir, inflamación de las tórtolas, que debe doler una barbaridad. 

ESTRELLAS FUGACES

En el firmamento hay dos tipos de astros: los que están quietos y los que se mueven. Por el asunto ese de la relatividad, creo que nada se mueve del todo y no hay ningún chisme que esté realmente parado. Quiero decir que todo se expande o se comprime, según el hallazgo científico del día en el telediario. Pero hay algo que se mueve especialmente y son las estrellas fugaces, como su propio nombre indica. Puedes verlas en estas noches de verano y después pedir un deseo, que es tan razonable como pedir un deseo cuando ves a un gatito saltar un charco, o cuando el viento arranca un pétalo de una rosa. La contemplación de estrellas fugaces es uno de las cosas que más une en el mundo. Dos enamorados que detectan al mismo tiempo una estrella fugaz en una noche de verano, se querrán toda la vida, salvo que el meteorito les caiga encima. Ha ocurrido.

TODAS LAS DEMÁS

En principio, todas las demás estrellas son perennes, aunque puede que haya alguna un poquito caducifolia. Yo creo que la mayoría están ahí durante un verano. Lo del invierno es harina de otro costal. Para ubicarte, localiza la Estrella Polar, que es la única estrella del mundo que procede de una canción de Pereza. Si no la encuentras, desenfunda el Shazam y apunta al cielo. 

LOS PLANETAS

Una de las prácticas astronómicas que más me conmueve es la observación de planetas. Con un telescopio magnífico, lo más que puedes ver en una estrella es una amalgama de luces difuminadas, rayos y centellas -no confundir con reyes y centollas-. Sin embargo, si apuntas a un planeta con ese mismo telescopio, podrás sentir un montón de cosas nuevas. No sé, se te caerá la baba cuando acerques el zoom y veas en primer plano la nave de los Mundos de Yupi, a E. T. tomando el sol, o los anillos de Saturno, que es lo máximo a lo que he llegado en mis largos años de afición astronómica. Cuando captas una estrella con un telescopio tienes la sensación de que te está deslumbrando. En cambio, cuando captas un planeta, tienes la sensación de estar deslumbrándolo tu a él. Por lo demás, te diría cuantos son los planetas, pero cambian cada día porque no paran de encontrar otros nuevos, y eso es algo que se escapa a mi conocimientos científicos. Yo pensaba que esto del sistema solar era para toda la vida. Y que Plutón iba a ser siempre el enano de la familia.

EMPLAZAMIENTO IDEAL

Toda la provincia está bendecida por unos cielos que hacen creer en Dios al más ateo. De una belleza tan acogedora que ni yo mismo me atrevo a hacer broma alguna sobre el asunto. En general, los astrónomos aconsejan alejarse de la luz de las ciudades, pero si intentas ver las estrellas desde el campo y te pones debajo de una farola tampoco lo conseguirás. Mi consejo es que te pongas encima. Quizá no veas las estrellas pero al menos ellas te verán a ti. 

EN SILENCIO

El cuerpo humano debe observar dos normas muy estrictas para la contemplación de la bóveda celeste: la primera, tener los ojos abiertos, porque de lo contrario la observación astronómica se convierte en tarea casi imposible; la segunda, mantener un riguroso silencio. En contra de lo que piensa la mayoría, hablar durante la contemplación de las estrellas, además de resultar de pésimo gusto, imposibilita el deleite y, lo que es peor, imposibilita que el resto pueda disfrutar del espectáculo. El silencio, una recomendación en la que nunca insistiremos bastante, sitúa al astrónomo amateur en la misma posición de fuerza que las estrellas para comenzar la negociación. 

SI LLUEVE

En caso de lluvia, se aconseja al joven y audaz astrónomo amateur recoger sus trastos y refugiarse en alguno de esos maravillosos bares ourensanos. El principal problema de la lluvia es que moja, y no creo que quieras ver las estrellas mojándote. 

NEBULOSAS Y GALAXIAS

Supuestamente, si pasas el tiempo suficiente mirando al cielo, podrás descubrir formaciones maravillosas de colores y formas imposibles, enjambres de estrellas, y vientos estelares de inquietante aspecto. Lovecraft no habría descrito tan bien esa sensación de que vas a ver algo que, finalmente, nadie consigue ver, excepto gastándose una millonada en un telescopio y trasladando su residencia al desierto de Arizona.

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