Opinión

Una pizquita de historia de otro tiempo

Que no. Que la Plaza Mayor no está inclinada. Llevo semanas leyendo detenidamente a Fran Juan Muñoz de la Cueva, que fue obispo de Ourense entre 1717 y 1728, y tiene información de primera mano. Su testimonio va a misa. Y en su imprescindible obra de 1726, “Noticias históricas de la Santa Iglesia Catedral de Orense”, no hay mención alguna a la inclinación de la plaza del concello. Que la mitad de las construcciones de la misma sean del siglo XVIII y la otra mitad del XIX no sirve de excusa. A nadie se le ocurre hacer una plaza en llano e inclinarla después. Eso ya lo hicieron en Siena, para arrancarle un destacado a la Lonely Planet, y la conclusión ahora es que los alemanes y los ingleses no van, porque dicen que se les caen rodando los cubatas plaza abajo y que es un dispendio inadmisible. Por eso ahora los guiris vienen en masa a los sanfermines y hacen botellones en la punta del asta de algún toro. 
Una vez desmentida la inclinación de la plaza, queda desmentida la inclinación de la plaza. De modo que si alguien percibe aún ese extraño ángulo al contemplar el ayuntamiento, mi consejo es que se ponga recto y vuelva a mirar. Leídos cientos folios, puedo certificar que a Fray Juan Muñoz de la Cueva no se le escapa detalle alguno de la historia de Ourense, incluidos los pecadillos típicos de la época, algo en lo que la ciudad no ha cambiado desde entonces. Por lo que no cabe ninguna duda de que la plaza está recta. 

CALLES EN CUESTA
Ciudad de carácter, de carácter penitencial, sorprende al foráneo, no obstante, la cantidad de cuestas que tiene por todas partes. La peor, sin duda, la de enero. Pero las hay todo el año. La pendiente en algunas es tal, que el conductor que las sube en coche, en vez de ver la calle, solo se ve sus propios zapatos y ha de avanzar a ciegas, sin saber qué peligros podrían acecharle al otro lado de los cordones. Y yo me muero de miedo, porque la ausencia de visibilidad al volante es la primera causa de ausencia de visibilidad al volante, según todos los expertos. Y eso siempre acaba mal. Luego se te acaba la carretera de golpe, y te caes al vacío cuántico, o te absorbe un agujero negro y te suelta en Xinzo de Limia con las ruedas boca arriba, o te despiertas en mitad de la nada y no encuentras ni un humano al que pedirle ayuda para llegar a la catedral. La única ventaja que tienen estas cuestas es que, en ocasiones, las puedes bajar. Hazlo despacio y mirando bien lo que hay delante. Anoche bajé una de estas callejas a toda prisa y escribiendo mensajes de WhatsApp y cuando llegué al final de la calle tenía estampados en la parte de atrás del móvil a quince cazapokémons. 

EL ASUNTO DEL VINO
Fray Juan Muñoz fue uno de los observadores de la realidad ourensana más inteligentes y detallistas que he conocido. La muestra de que en sus cientos de páginas sobre Ourense no hay ni una mentira, ni una incorrección, la encontramos en este párrafo, cumbre de todo lo que en estas páginas este humilde cronista puede llegar a hallar sobre la ciudad de las burgas: "La provincia, y Territorio de Orense, por lo general, tiene más conveniencias, y frutos, que las demás de este Reino; porque aunque en granos, linos, y ganados, la compitan algunas, en los vinos copiosos, y generosos excede mucho a todas". Más razón que un santo.

LEVANTAR LA VISTA
Otro amigo de esta página, Don Fernando Fulgosio, dejó escrito en 1868 que “la mayor parte de los caminos que conducen a Orense son por extremo agradables y pintorescos”. Fulgosio, autor de la “Crónica general de España” en lo concerniente a la provincia ourensana, enseña en sus páginas las más certeras pinceladas históricas que he leído -Fray Juan me lo permita- en mucho tiempo. Por todo ello, me confunde especialmente el escritor cuando asegura que el devenir histórico de Ourense estuvo condicionado por el buen hacer de sus gentes, y en particular, muy marcado por los suevos. Siempre tendremos la duda de si se trata de una errata.

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