Opinión

Ahora el malo es el diésel

Atacamos el ozono, se comprobó que el mismo se regula; después, el CO2 y el metano, habiendo soluciones no se toman y ahora le toca al diésel. Se repite lo que al sufrido ciudadano, y en especial el más pobre, le viene ocurriendo desde hace unas décadas, primero le dicen que la solución “barata” para sus problema es una y años más tarde le cambian todo y el ciudadano soporta y admite el cambio, que le cuesta sus euros. Un ejemplo lo tenemos en lo que se llamó “calor negro”, que más tarde se convirtió en tarifa eléctrica nocturna con el cambio de los radiadores eléctricos, para después encarecerla y tener que hacer cambios para poder seguir con ella.

Con los coches diésel se fomentó su compra, con combustible más barato. Ahora dicen que es uno de los más contaminantes y hay que reducirlo, lo que ya se está notando en las ventas de coches con motor diésel. Así, la planta de Mercedes en Vitoria ha confirmado que se suspenderá la producción los días 8, 9, 10, 11 y 19 de octubre debido a la incertidumbre creada en el mercado mundial en torno a los vehículos diésel y la reducción de ventas. Trabajan 5.400 trabajadores, más los de las industrias auxiliares que suministran componentes.

La web del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital explica que: “El gas natural, como cualquier otro combustible, produce CO2. Sus emisiones son un 40-50% menores que las del carbón y un 25-30% menores que las del fuel-oil… Los óxidos de nitrógeno se producen en la combustión al combinarse radicales de nitrógeno, procedentes del propio combustible, o bien del propio aire, con el oxigeno de la combustión. Este fenómeno tiene lugar en reacciones de elevada temperatura, procesos industriales y en motores alternativos, alcanzándole proporciones del 95-98% de NO y del 2-5% de NO2. Dichos óxidos, por su carácter ácido contribuyen, junto con el SO2 a la lluvia ácida… El metano, que constituye el principal componente del gas natural, es un causante del efecto invernadero más potente”. Es utilizado en calefacción, cocina, restaurantes, bares… más que coches diésel.
Para extraer el gas natural se utiliza el “fracking”, que inyecta agua a presión (alguna fecal), enturbia acuíferos y quizás cause terremotos. Contamina más que el diésel.

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