Opinión

Algunos efectos naturales que influyen en el clima

El cambio climático está prácticamente todos los días en los medios de comunicación, y en la mayor parte de los casos se acusa a los llamados gases de efecto invernadero, llegando a decir que el gran causante de ello son los habitantes del planeta, humanos y no humanos. Lo que después de tantos años tenemos claro es que para reducir los posible efectos sobre el cambio climático, la forma más adecuada es usar las energías que no produzcan esos gases, como son la eólica, hidráulica, solar, geotérmica, nuclear, mareomotriz… Algunas presentan el problema de almacenamiento en grandes cantidades para que puedan ser rentables o poder producir con un precio más bajo y, por lo que se puede vislumbrar, en el futuro es muy poco probable que se encuentre una solución al problema.

El que se pueda entender la naturaleza completa de nuestro planeta nos puede conducir a la solución, lo que con tanto ahínco estamos buscando para las generaciones futuras. Dos ejemplos recientes demuestran la importancia que tienen y se desdeñaban por estar centrados en otros temas. El dr. Stefano Bonaglia (Universidad de Estocolmo) dirigió un equipo de las universidades de Cardiff, en Reino Unido, y Estocolmo, Suecia, donde han demostrado que las criaturas del océano producen grandes cantidades de los gases de efecto invernadero más fuertes (metano y óxidos de nitrógeno). Un ejemplo: “Las almejas y los gusanos oceánicos están liberando a la atmósfera una cantidad significativa de gases de efecto invernadero. Almejas y gusanos del Báltico liberan gas metano, entre otros de efecto invernadero, como 20.000 vacas”. Y añadió: "Suena gracioso, pero los animales pequeños en el lecho marino pueden actuar como vacas en un establo; ambos grupos son contribuidores importantes de metano debido a la bacteria en sus entrañas. Cierto que también el gas metano es absorbido por el océano y después liberado”. Este gas tiene una fuerza de calentamiento 28 veces más que el CO2.

La Tierra, en su núcleo, tiene una temperatura que produce parte del deshielo del Ártico, quizás también aplicable en la Antártida. Añadamos al calentamiento de los océanos la energía, en gran parte calorífica, de los terremotos y volcanes activos en el fondo de los océanos.

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