Opinión

Antes del inicio del Universo, ¿la nada?

Hace unos 13.800 millones de años existía un pequeño punto increíblemente denso y caliente. En él convivían materia y antimateria (energía y antienergía). ¿Cómo?, la explicación más plausible es que existía una fuerza, posiblemente cuántica, que las mantenía separadas, de lo contrario se destruirían, hasta que fue tan fuerte que explosionó, y empezó a expandirse de una forma vertiginosa la materia, que es lo que conocemos. Todas las observaciones conducen a esta opción expansiva. La lógica nos indica que otra explosión, o la misma, afectó a la antimateria, que también se expandió rápidamente. La materia que forma nuestro Universo continúa hoy expandiéndose a un ritmo mucho más rápido que entonces. Los elementos más pequeños dieron lugar a los átomos, que con el tiempo formaron las estrellas y las galaxias, formación que aún podemos ver que se está produciendo. Esta explosión singular, o “singularidad” como es conocida, es lo que llamamos Big Bang. Es de suponer que la antimateria sufriría una evolución parecida, lo que no quiere decir semejante ni por lo tanto igual, y que se seguirá expandiendo, puesto que en el CERN ha demostrado que existe la misma cantidad de materia que de antimateria.

Georges Lemaître sostuvo en un artículo del 9-05-1932 de Nature, "El comienzo del mundo desde el punto de vista de la teoría cuántica", que si el Universo está en expansión, en el pasado debería haber ocupado un espacio cada vez más pequeño, hasta que, en algún momento original, todo el universo se encontraría concentrado en una especie de "átomo primitivo", lo que conocemos como “singularidad”. Fue cuando se originó el tiempo y el espacio. Aunque la “nada” tuvo que existir antes y existe ahora fuera de nuestro universo, cualquier otra opción nos conduce a lo improbable o no demostrable, ya que la física es agnóstica. Algo aclara Lemaître en una entrevista concedida al periódico The New York Times: "Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión".

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