Una gran sorpresa la renuncia del papa Razintger, algo igual no sucedía en la Iglesia Católica desde Gregorio XII en 1415, y en todas la historia ni milenaria de la Iglesia sólo hubo cuatro, la razón dada es de por si para que los estudiosos del Vaticano la analicen 'No tengo fuerzas para ejercer adecuadamente', aunque para mí es aún más sorprendente la rapidez, se hará efectiva el próximo 28 de febrero.
Al menos dentro de todas las sorpresas hay algo que indica que lo ha pensado, es que una vez pasado el veraneo Castelgandolfo, residencia veraniega de los papas, en donde supongo que coincidirá con el nuevo elegido, se retira a un convento de clausura con lo que evitará los problemas que pudiesen surgir de una bicefalía.
Seguro, que igual que con la muerte al mes de ser elegido papa Juan Pablo I, surgirán muchas dudas, y además en este caso aderezadas por las noticia de los últimos tiempos, papeles robados, ceses, comentarios sobre luchas entre diferentes tendencias, e incluso insinuaciones de un posible intento de asesinato. Seguro que alguna imprenta está esperando.
Al margen de lo que realmente ha sucedido, este ha sido un Papa cómo se esperaba, de transición, elegido para que todos los grandes desórdenes y errores cometidos en los últimos tiempos fuese atajados y dejar un mejor camino para su sucesor, y así inicio el pontificado, cayera quien cayera, a barrer los trapos sucios, lo ha hecho con la pederastia, que hizo dimitir a varios obispos, con la relaciones con el Anglicanismo, el Islam, el Judaísmo entre otras cosas. Pienso que actuó como se esperaba, siempre desde la calma, sin hacer ruidos, era lo que posiblemente se quería, pero para mi no explica la decisión anunciada hoy.
En lo que atañe a la Iglesia, para los católicos normales no creo que tenga mayor trascendencia al margen del 'shock' del día de hoy, y en los anales de la historia figurará cómo un anécdota, serán más los comentarios y las elucubraciones que surjan de personas ajenas al catolicismo. Obviamente todo ello dicho con la prudencia de la ignorancia de que pueda haber otras razones que las que ha transmitido el propio Benedicto XVI.
