Opinión

Deseo, verdad o laicismo

A Yuval Noah Harari lo han leído millones de personas. Su primer libro, “Sapiens, de anímale a dioses”, ha contribuido al inicio de este fenómeno. En las primeras páginas ya nos sorprende con una afirmación: “El sapiens sobrevivió a los demás por hablar una sola lengua”. Aunque ni lo menciona, ¿pensaría en la bíblica Torre de Babel? Le da un giro de 180° a todo lo que se conocía del sapiens cazador-recolector, es todo lo contrario de lo que creíamos hasta ahora; han sido los animales, cereales y plantas los que condujeron al homo sapiens a las diferentes culturas o revoluciones agrícolas. Termina hablando de la evolución humana, especialmente del cerebro, que le conducirá, según el título del último capítulo, al homo deus.

En 2015 escribe el libro “Homo Deus”, retomando el último capítulo del anterior. Un recorrido por la historia humana. Y explica que las agrupaciones numerosas no son por idioma, es algo que los une como un equipo de fútbol, una bandera, un dios… lo que le diferencia de las agrupaciones de los animales, no saber adaptarse a la realidad, como los que desaparecieron por no saber mentir. Toma lo sucedido en el Big Bang y llama a lo que sucede “Singularidad”, consciente de que la ética ha cambiado e impera la de las élites, que serán las que se aprovechen de la biogenética y la inteligencia artificial (IA), que los hará superiores al resto de la humanidad y a los robots, solo ellos podrán alcanzar la inmortalidad. Un algoritmo no muere y con la evolución que vislumbra, las élites podrán tenerlos y sus cerebros no morirán. Describe lo mismo Ray Kurzwel en “The Singularity is Now: When HumansTrascend Biology”.

En el último libro, en 2018, “21 lecciones para el siglo XXI”, escribe el futuro desde el punto de vista político, especialmente las ideologías actuales. Recuerda por el tema a Fukuyama con su libro “El fin de la historia y el último hombre”. Dice que tras la “muerte” de otras ideologías, el liberalismo que impera está en una crisis y es incapaz de responder a lo que la sociedad actual necesita, y mucho menos a los retos de la biotecnología y la IA. Si la sociedad mantiene la calma y actúa conjuntamente puede salir a flote, conservando los valores del laicismo, teniendo la capacidad de recuperar los valores iniciales del mismo.

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