Opinión

¿Hay que asustar al ciudadano?

La “Guerra fría” generó tensiones y conflictos que estuvieron muy cerca de desencadenar una guerra nuclear y creó una paz inestable entre las grandes naciones. Los acuerdos alcanzados garantizaron la estabilidad y el desarrollo que tenemos, aunque sabemos que los bloques siguen manteniendo “cabezas nucleares” con la posibilidad de actuación inmediata y son miles las que existen.

 En la Revista Academia y Negocios RAN (Linkedin) se publica un artículo sobre Inteligencia Artificial (IA), que sigue los pasos del directo de Tesla sobre lo que pueden hacer los futuros y más inteligentes robots. Uno de los autores del trabajo, Andrew Lohn, escribe: “La conexión entre la guerra nuclear y la inteligencia artificial no es nueva, de hecho ambas tienen una historia entrelazada… Puede haber presión para usar IA antes de que esté tecnológicamente madura (...), mantener la estabilidad estratégica en las próximas décadas puede ser extremadamente difícil y todas las potencias nucleares deben participar en el cultivo de instituciones para ayudar a riesgo”. El otro coautor, Edward Geist, dijo: “Gran parte del desarrollo inicial de la IA se hizo en apoyo de los esfuerzos militares (…). La conexión entre la guerra nuclear y la inteligencia artificial no es nueva”. No son necesarios robots del 2040, lo mismo puede hacer cualquier persona.

 Simultáneamente cercenan la libertad en la vida humana. No es bueno tomar azúcar, así que los zumos sin azúcar; el tabaco mata aunque se puede fumar el algunos lugares; si no piensas como la ideología oficial, lo tienes crudo. Ahí no se aplica la libertad de expresión. Los gases de efecto invernadero (¿son nuevos?); la falta de comida (¿no la tiramos?); alusiones a que sobran miles de millones de personas; a que las aguas inundarán parte del Planeta... Interminables formas utilizadas para amedrentar, entre ellas las químicas y biológicas, tanto o más peligrosas que las nucleares.

 El Papa Francisco asevera: “La ciencia necesita un sentido de responsabilidad ética”. Lo que puede suceder en 2040 tecnológicamente o socialmente hay que afrontarlo con esa óptica y con la seguridad de que seremos capaces de reconducir los desafíos apocalípticos anunciados, aplicando cómo mínimo la ética y la moral natural.

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