Opinión

La inteligencia artificial en el futuro

En más de una ocasión he hablado de lo que puede suceder cuando siga creciendo en poder computacional la inteligencia artificial (IA). Quizás dentro de 30 años tendremos la IA súperinteligencia, que estará por encima de la capacidad del ser humano, y más si se consigue la computación cuántica. Además, hay un pensamiento que ahonda en el temor, y podemos creer la falacia de que los robots no tienen salario, que es cierto, pero consumen energía con pilas que hasta ahora son contaminantes. Se dice que no demandan mejores condiciones de trabajo: ¿podemos asegurar que no demandarán algo estos robots súperinteligentes? Nos encontramos sin respuesta; quizás dentro de unos años nos llevemos algunas sorpresas.

 Los gobiernos tendrán un gran problema, muchos de los trabajos menos cualificados serán ocupados por robots, y también algunos cualificados, como estamos viendo en el sector de servicios. Raymond Kurzweil, especializado en computadores e IA, dice que además del desempleo que genera, lo que le preocupa es cómo y en qué emplearán el tiempo esos millones de parados. En el Diario Médico escribe Enrique Curental: “La inteligencia artificial probablemente abrirá una nueva era en la medicina y el cuidado de las personas, básicamente por dos motivos: por la profundidad y rapidez de análisis de miles de millones de datos y por su capacidad de aprendizaje”, y además considera que para mantener el sistema sanitario español, posiblemente el mejor del mundo, la IA es imprescindible. Un ejemplo es que puede detectar el 80 % de la depresión de los niños.

 Es muy importante que los robots se comuniquen con las personas en el lenguaje natural de las mismas, cosa que ya se está produciendo y que incluso aprende nuevas palabras y hablan en diferentes idiomas. Hace pocos meses dos robots se comunicaron con un lenguaje ininteligible para los humanos, un peligro que por su inteligencia sean capaces de convertimos en esclavos suyos o… Tengo la esperanza de que lo que se inició en Japón a principios de 1990 se convierta en realidad ayudado por la biogenética, para lograr biochips que aumenten nuestra capacidad intelectual, y que no se favorezcan de ello únicamente las élites y el resto sean esclavos.

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