Opinión

Se muere la generación que nos dio la vida

Entre el alzhéimer, cáncer, ELA, ictus y últimamente el covid-19, nos están dejando sin la generación que, tras el desastre de una guerra civil y una guerra mundial, nació sin nada, en la época llamada del hambre, y que sin embargo fue feliz. Construyó de la nada el mundo que hemos gozado, transmitió los valores de la confianza, el amor, la verdad, el respeto, la familia… esos valores que hicieron grande durante milenios a Occidente. Vivió con pocos lujos, no alcanzaba a ellos, pero era feliz y estaba alegre y contenta con lo que tenía. Aprendieron que la felicidad, el estar a gusto, el poseer algo no era por el precio sino por el valor que encerraban. Vivieron ellos y los suyos con dignidad; fueron madres, padres, abuelas, abuelos que pasaron por esa etapa sin resquemor, mirando hacia adelante para construir un mundo mejor que el que recibieron para sus descendientes. Y lo lograron.

Educaron a sus hijos y nunca permitieron que les faltara lo indispensable, si era necesario emigraban para trabajar y ahorrar para enviar a casa. Consiguieron la igualdad de sexos, razas, religiones. Ahora se nos van, pero con dignidad; han podido dormir tranquilos, supieron que el compromiso por palabra y un apretón de manos eran mucho más que un escrito ante un notario o un juramento ante un juez. Se van con con la frente en alto y con las arrugas de la edad y el sacrificio. Sin miedo, porque saben que vivieron como seres humanos dignos y llenos de la verdad que tenían con los valores heredados y los supieron mantener. Se nos van por la puerta de atrás, mueren, no tienen duelo, solo se puede en ciertos casos darles un beso; después se les recibe fríamente junto a la tumba, pocos acompañantes, en muchos casos sólo dos. Seguro que con su gran corazón lo comprenden, y nos gritarán: “Gracias por quererme”, porque así eran y son los que se nos van muriendo. Quizás estén dejando alguna lágrima por ver la situación en que nos encontramos y la que puede venir, no era por lo que lucharon para que viviésemos mejor. El mejor regalo que les podemos hacer es no permitir que esta deriva siga, vencer a la pandemia y conseguir sin rencores, por medios democráticos, reconducir este mundo al que ellos deseaban para nosotros.

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