Opinión

Lo que no se quiere ver

Estamos pasando una pandemia que ya lleva unos 600 mil muertos, que empieza a expandirse por edades menores a las iniciales y esperando que entre todos seamos responsables para terminar con ella evitando contagiar y que te contagien, lo que es difícil porque en las últimas décadas estamos haciendo caso a temas que nos conducen a creer como científicos, demostrado estudios que tienen menos del 60 % de certeza y los creemos cómo dogmas inalterables. Uno de ellos es el de las energías no contaminantes. Ahora, proyectos en los que cree una mayoría se rechazan con “no hemos visto evidencia suficiente de que no habrá impactos ambientales desastrosos”. 

Las más afectadas son la energías como la hidráulica, que proporciona inmensos beneficios a los pueblos con embalses, me remito a los ayuntamientos que han sabido aprovechar esa riqueza. Otra mal vista es la energía nuclear. Se recuerda Hiroshima y Nagasaki, con 300 mil muertos durante la II Guerra Mundial, que puede aumentarse a 500 mil si contamos los que murieron como consecuencia de las secuelas que dejaron esas dos terribles bombas, hoy habitables y con espacios verdes, del mismo modo que Chernobyl que se ha convertido en una reserva natural excepcional. Hasta los años sesenta del siglo pasado sólo murieron por causas nucleares 46 personas (son muchas) cuando se estaban construyendo centrales de primera generación; estamos entre la tercera y cuarta generación, con una seguridad de un 99%. En España tenemos las construidas hace más de cuarenta años, y que cerrarán pronto.

Necesitamos energía de forma continua y que no contamine. Acabo de escribir sobre dos de ellas, que he defendido en otras ocasiones y no generan prácticamente ningún peligro. No pondré como ejemplo a los países que han optado por estas energías. Uno de los más contaminantes, China, está construyendo 26 centrales nucleares, y aprovechando a gran escala los embalses. Necesitamos energía eléctrica continua y barata que abastezca las necesidades del país, y necesitaremos más dentro de unas décadas si seguimos con lo previsto; los coches eléctricos precisarán mucha energía eléctrica. Seat, por ejemplo, condiciona la inversión en España a la instalación de 800.000 puntos de recarga eléctrica.

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