Opinión

Realmente hay que cambiar, y todos

Las preocupaciones del ciudadano mes tras mes, año tras año, no cambian, tal como refleja el último Barómetro del CIS. El paro, 81,1%; la corrupción y el fraude, 44,2%; los problemas económicos, 28,3%; los políticos en general, los partidos y la política, 24,2%; la sanidad, 10,8%; la educación, 8,6%, y los problemas sociales, 8,4%. No es sorprendente ya que es lo que le aprieta, porque no se ve a corto o medio plazo una solución, y los mensajes que le llegan al sufrido ciudadano ya no lo calman, ni los que se envían desde el Gobierno ni desde la oposición. Oyéndolos le da la sensación de que siguen instalados en unas ideas, la mayoría, alejadas de la realidad, con slogans que tanto se pueden aplicar a lo que sucede hoy, como a lo que pasaba hace cuatro años e incluso décadas atrás, si acaso ahora con un poco más de virulencia y añadiendo otros culpables más: los financieros.

Están de acuerdo en que todo es por el bien del pueblo, no importa que tengan internamente desacuerdos en Andalucía, Navarra, o incluso entre concejales de nuestro Concello. La situación o discusión que tienen es por “quién ayudará mejor al ciudadano", lo que me recuerda lo escrito en 1932 por Aldous Huxley en la segunda parte de "Un mundo feliz” (Brave New World), en el diálogo que mantienen John el Salvaje y el interventor Mustafá Mond:

-Es que a mí me gustan los inconvenientes.

-A nosotros, no -dijo el interventor-. Preferimos hacer las cosas con comodidad.

-Pues yo no quiero comodidad, yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero peligro real, quiero libertad, quiero bondad, quiero pecado.

-En suma -dijo Mustafá Mond-, usted reclama el derecho a ser desgraciado.

-Muy bien, de acuerdo -dijo el Salvaje, en tono de reto-, reclamo el derecho a ser desgraciado.

Recordemos que John termina suicidándose,

No quiero que a nuestra sociedad le suceda lo mismo, inducciones al "suicidio social" las estamos viviendo: Ucrania, Filipinas, Venezuela, Sudán del Sur y República Centroafricana, citando sólo algunas que están en los medios de comunicación. Aquí muchos militantes de partidos, fuerzas sociales y ciudadanos se han dando cuenta y empiezan a exigir el cambio.

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