Opinión

Somos iguales

Desde la caída del muro, Europa fue generosa e integró en la UE a la mayor parte de los países del Pacto de Varsovia, lo que ha conducido a una crisis política, acrecentada con la económica, en la que está desapareciendo la división derecha-centro-izquierda. Es sustituida por ideologías xenófobas, ultranacionalistas, antisistemas, tanto en los países de la órbita de la antigua URSS (Eslovaquia, Hungría, Polonia…), cómo en Francia, Holanda, Alemania, Grecia, Italia, España… Esto nos está llevando a un “totum revolutum” en el que oímos conceptos que pensábamos superados después de lo hechos sucedidos en el siglo XX, algunos de los cuales nos conducen a Esparta o a las primeras agrupaciones humanas. Esta deriva ha conseguido que todo lo diferente de la ideología dominante quere "fuera de la sociedad" pero permite que algunos estén "dentro" para justificar la pluralidad, aunque realmente nadie quiere saber nada con ellos. Con esta visión, surgen pensamientos ideológicamente opuestos que, desde USA a Europa, toman diferentes nombres pero lo cierto es que son prácticamente todos ultras, incluso podríamos considerar así a algunos de los "políticamente correctos", ya que se observa que una gran parte tiene en común ideologías que promueve odios, discordias o enfrentamientos, fundados en la mentira, en medias verdades, en la venganza y en el resentimientos, desvirtuando el pensamiento democrático.

Es imprescindible que los partidos democráticos dejen el seguidismo que con frecuencia practican y sean capaces de decir lo que realmente piensan, que luchen para que los valores históricos y milenarios occidentales no desaparezcan, sin dejarse seducir por cantos de sirena de quienes quieren destruir lo que con esfuerzo hemos conseguido algo largo de milenios. De lo constrario tendríamos que lamentar que millones de ciudadanos vuelvan a ser perseguidos o a morir por el color de su piel, su sexo, su condición social, sus ideas o religión. Si no lo hacen sobran, pues deben ser los catalizadores de movilizar pacíficamente a la sociedad para construir una más justa y solidaria, recuperando la ética y la fidelidad imprescindibles en toda relación humana, eliminando las corruptelas y las causas de las desigualdades que reclama el ciudadano.

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