Opinión

No tendrás nada y serás feliz

Es la expresión traducida al español que resume el informe de Davos (“You’ll own nothing, and you’ll be happy”), ratificado en enero de 2021. Hay más predicciones que nos dejan la piel de gallina, cómo la de “no comerás más carne de vacuno”. Cierto que no dejan de ser predicciones para el año 2030, firmadas por cientos de países, recogidas en España en la “Agenda 2030-Objetivos de desarrollo sostenibles”, que desarrolla en 17 puntos. Son encomiables todos, la explicación es perfecta, salvo que deja entrever que tenemos que ir por donde quieren los que promueven este tipo de acciones sin contar con la ciudadanía. ¿Qué tipo de democracia es la que Facebook, Twitter, Google, Amazon, los más destacados?, ¿deciden lo que se puede publicar, pensar y escribir? Siguiendo este camino nos encontramos con lo que decía Aldous Husley en “Un mundo feliz” (1932): “Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud en el que con el consumo y el entretenimiento los esclavos amarían su servidumbre”. Temo que estamos muy cerca de un totalitarismo globalista que pretende esto, y me induce entre otras cosas lo que escribió Javier Marías en El País el 17-01-2021: “Que no sepan, que no sientan, porque la creación de tarugos es un objetivo indisimulado de los políticos obtusos de nuestro tiempo”. Quieren manejar el mundo por encima de la ciudadanía y sus votos, no serían políticos elegidos democráticamente los que gobernarían un país, serían los “magnates globalistas” y sus empresas.

Por la pandemia y el normal miedo que genera, se están haciendo leyes y aplicando normas no sanitarias que influyen directamente en nuestras vidas, atacando duramente a lo que durante siglos fue el avance de la civilización occidental. Por esa razón, de modo sigiloso, van cortado la espiritualidad y todo lo que con ello conlleva; no se permite asistir a oficios religiosos o se restringe a 30 personas una catedral que puede albergar 1.000. También la privacidad y, como ha dicho Carissa Veliz, profesora del Instituto de Ética de Inteligencia Artificial de Oxford: “La falta de privacidad puede llevarnos a una dictadura perfecta”.

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