Opinión

Azúcar por sal

Encabronarse es un sentimiento muy español. Ponga su oído sobre el corazón de este país. “La alternativa es la ruleta rusa”, dice alguien con cara de pocos amigos. “Una nave espacial y largarnos”.

¿Recuerdas?, era 1978 y el presidente dijo con su sonrisa llena de dientes: “Café para todos y echemos un manto amnésico sobre el pasado”. Radio Futura cantó: “Se confundieron al echar azúcar por sal,/ que malo está el café, que horror”.

Que ingenuos, queríamos vivir líricamente; nos gustaba Lennon: “Démosle el poder al pueblo”.

Mira, que paisaje de escombros. Pronto habrá maquinas en las calles que expidan píldoras para que no derrames lágrimas.

“Enriqueceos rápido”, dio la consigna aquel ministro impoluto, traje azul y ojos ávidos. Joded al prójimo, la ética es una antigualla, todo lo que necesitas es pasta. Duele toda esta puñetera “transición”: nos ha hecho más cínicos, más cabrones y peores personas. En un periódico viejo veo el careto de Felipe González: ahora es mozo para asuntos financieros del hombre más rico del mundo.

Cielos, habrá que vivir felizmente extraviado entre libros.

“Españolito que vienes al mundo, que Dios te guarde”, afirmó Machado mientras la ceniza caía sobre su chaleco. Cernuda, exiliado voluntario, gritó: “Ah, España madrastra”. León Felipe, desde su botica de México cantó: “Se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar/ va cargado de amargura”. Ayer, Serrat dijo: “Vivimos en un país sucio”.

“Solo una vez es la vida”. Hace 70 años murieron un millón de personas en la guerra civil más cruel de la historia. Millan Astray gritó: “Muera la inteligencia”. Viva la cultura testicular. Siempre tengo en mis ojos las largas filas de hombres abatidos camino del exilio y de la frontera francesa. Todavía en cunetas y descampados yacen los fusilados. La historia cuelga suspendida en el aire. Demasiadas vomitonas en las calles. El viejo trompetista toca el blues de “un millón de euros de tristeza”.

“Seguro estudiaste Historia Sagrada en un colegio de maestros de 'alas negras”, me dice un amigo. “Recuerda, Abrahán negoció con Dios: 'Si encuentras cincuenta hombres justos no destruiré Sodoma'. Redujo hasta diez hombres. El fuego divino destruyó Sodoma”..

(El chico de la coleta y sus compañeros silban su canción y nos gusta. Toca sacudirse los miedos, limpiarse los ojos y desalojar los tramposos. Hace falta una catarsis. Enamorarse de la vida y de este jodido país.

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