Opinión

Del desastre a Siniestro

Ilustración: Alba Fernández
photo_camera Ilustración: Alba Fernández

MARTES, 17 DE MAYO

Toca hablar de Siniestro Total en la tertulia. Qué barbaridad, se han despedido llenando dos días el WiZink Center de Madrid. Ay, se van y el cielo ya está de nuevo torvo, dijo el clásico. Mi contertulio el pintor se vuelca con ellos: “Se lo han merecido, cuarenta y pico años por los caminos desde los lejanos años ochenta. Estaréis conmigo que han sido divertidos, provocativos y gamberros. Todavía me da la risa cuando escucho su tema ‘Cuanta puta y yo tan viejo’, y su estribillo: ‘Tristeza post-coitum./ No me mires a la cara./ Zumo de naranja en las tetas de la negra’. Hoy de esa letra se diría el sambenito de políticamente incorrecta. Sí señor, en sus conciertos no paré de saltar y reírme. Son una página desquiciada del punk o como quieran llamarle”.

Pero el tertuliano músico niega firme con la cabeza tal si no estuviese de acuerdo para nada: “Está muy graciosa esa letrilla pero también son la banda que le ha echado más morro de este país. Lo suyo en muchos temas ha sido plagiar de aquí y de allá”. Se hace un silencio en la tertulia, casi todos lo escuchamos sorprendidos, pero el músico no se arredra y tira a degüello: “Os pongo un ejemplo. Vamos, yo nunca vi un grupo tan descarado. Hay que joderse con su gran éxito ‘Miña terra galega’. Van los fulanos y arramplan con la música completa, completita, sin tocarle un pelo, nada, hablo de ‘Sweet Home Alabama’ de Lynyrd Skynyrd. Qué morro, le colocan encima unos versos con los clichés de la morriña y lo lanzan, sin más. Inevitable, un número uno total. Como músico a mí me daría vergüenza ajena. Versionar es hacer una versión nueva de un tema; estos, nada, p’alante. Y no quiero hablar de Boris Vian, por ejemplo”. Nos quedamos sorprendidos y un poco incómodos. Una ronda de gin tonic, otra ronda de gin tonic e interviene defendiéndolos el profesor: “¿No será tu envidia cochina? Porque el tema está muy bien confeccionado y para muchos es como un himno galaico. Además cada uno hace lo que puede”. Ahora es el psiquiatra que dice festivo: “No estoy de acuerdo, es una banda irreverente que amamos diferentes generaciones. Así que os pido que alcéis conmigo las copas y, si los hay, que perdonemos sus pecados porque nos han hecho felices más de cuarenta años”.

Pero yo tengo algo que contar del nacimiento de los Siniestro, no quiero ser vanidoso. Julián Hernández siempre lo ha reconocido, no hace tanto lo contó en una emisora de radio. Era 1980, buenos tiempos. Comenzaba la Movida y todos estábamos en acción. Cucharada era una banda de rock de Madrid que incluía poesía verbal en sus actuaciones. Pero te cuento, la lideraba el fallecido Manolo Tena y con frecuencia intervenía otro cantautor olvidado y fallecido, Hilario Camacho. Yo tenía mi parte en el show, recitaba textos de mi libro “Irrevocablemente inadaptados”. Me acompañaba un mimo muy brillante. Esta historia la cuenta Germán Labrador en su libro “Culpables por la literatura”, ya que Germán estuvo en el inolvidable colegio mayor “El Johnny” en una de nuestras actuaciones. Que conste que llenábamos siempre. Yo iba vestido como un cura castrense, estola incluida. En una esquina del escenario poníamos a un joven amordazado que a lo largo de la actuación alguien subía y liberaba. ¿Qué canciones!, están por ahí, “Mary la freak” o “Compre compre”, de la que hicieron una versión los Siniestro. a cosa fue que actuamos en Santiago con éxito. Un empresario tramposo nos contrató para Vigo. Allí actuamos en el amplio salón de un colegio de curas. Allí fue un absoluto desastre. Cuenta Julián, el líder de Siniestro: “Sólo estábamos seis o siete personas, entre ellas mis amigos y yo; pero quedamos tan impresionados que decidimos montar Siniestro Total. Después de ver aquella actuación de Cucharada, comenzó nuestro sueño”.

Pero contémoslo todo, lo recuerdo bien, se hicieron en taquilla cuatrocientas ochenta pesetas justas, ni para pagar una miserable pensión. Al día siguiente, al recoger los instrumentos, los curas del colegio nos vieron tan derrotados que no sólo nos perdonaron el alquiler sino que nos hicieron unos bocadillos que devoramos en una antediluviana furgoneta de regreso a Madrid.

JUEVES, 19 DE MAYO

Hoy la tertulia se cubrió de tristeza. Llega el profesor con gesto herido que nos pregunta: “No me digáis que no conocéis al menos ‘O último barco’ del escritor vigués Domingo Villar. O que no habéis gozado con el intrépido y bebedor inspector Leo Caldas. ¡Zas!, un aguijón, el ictus se lo llevó. Se llevó quizás al mejor escritor de novela negra, traducido ya a tantos países. Nadie como él buceó en el alma atormentada de los asesinos”.

Mis tertulianos son la hostia, han viajado y conocen mucho mundo. Nuestro contertulio el profesor compartió algunas tardes con él en Madrid: “Los amigos le llamábamos Mincho. Gran paseante, de Atocha a la Plaza de España tardábamos minutos. Le gustaba recordar la taberna Eligio en el corazón de Vigo, aquella taberna que fundó un ourensano y donde abrevó toda la bohemia viguesa de entonces, que era abundante, liderada por Cunqueiro. Domingo heredó de su padre el amor por el vino y por los cuentos. Decía él: ‘Cuando me invitan a comer no llevo vino, llevo cuentos’. Para él, nada más hermoso que el fuego de la lareira y una buena historia de aparecidos o de la Santa Compaña. Alguna vez me contó entre risas cómo sus editores en gallego y castellano le tenían pánico: ‘Sucedía con frecuencia, le entregaba la obra pero una semana después iba a añadirle o quitarle un párrafo, o unas líneas. A veces tenía unas broncas del carajo porque estaba todo listo y allí aparecía yo a última hora. Cuánta dolorosa paciencia han tenido conmigo’. Después yo vine para Ourense y nos distanciamos. Pero era de esa clase de personas que parecen decirte: ‘Llámame si necesitas una mente en buenas condiciones”.

(Recomendables: “Ollos de auga”, “A praia dos afogados” y “O último barco”).

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