Opinión

"¿Eres amiga de Lucía?"

Ya hacía que no sabía nada de mi viejo amigo. De madrugada, lo encontré en un pub de la ciudad. En su rostro, todos los clichés del perdedor. Bebía solitario. Me acerqué. Enseguida comenzó a hablar. Supe, tenía que escuchar. “Todavía estoy jodido, amigo. Como en una novela barata el rostro de ella me persigue. La conocí por ahí a esa hora que temen los moribundos. Estaba sola. Cruzaba las piernas con elegancia. Presentí era una mujer peligrosa, imagínate, allá me fui de cabeza. No llegaría a los 40, bebía bourbon que engullía con cierta avidez. Sin dudarlo, me acerqué a ella con el viejo truco ‘Te conozco, pero no sé de qué. ¿Eres amiga de Lucía?’.

Su mirada fue taladradora, para sorpresa mía se mostró cercana, nada esquiva. ‘Dicen que todos tenemos a alguien igual en el mundo’. Su perfume era caro, sus botas como de amazonas. Vestía con esa mezcla tan actual mitad punk, mitad ropa de marca. Me senté a su lado. ‘Me llamo Laura y soy traductora’. ‘Esta noche triunfo’ pensé.

Ya sabes, hablamos de esas cosas de la vida. Para impresionarla, de vez en cuando, le soltaba alguna cita poética. Hubo una que le gustó, después la repitió ella misma muy bajo ‘La carne es débil y el alma se extravía’.

Las cosas se me pusieron de cara. ‘Estoy cansada de este local, llévame a alguno que suene buen rock y haya alegría’. La llevé a mi local favorito, el disc jockey sabe lo que se hace y suele poner las canciones que le pido. Alrededor, en una pequeña pista, la gente bailaba. En la barra le conté todo mi catálogo de historietas. Ella parecía escucharme. Quizás no, porque de vez en cuando repetía: ‘La carne es débil y el alma se extravía, qué verso más certero’. Entonces de nuevo el barman llenaba su copa de bourbon.

El tiempo pasó veloz, eran las cinco de la madrugada. Ay, la hora decisiva. Ya sabes, el recurso de toda la vida ‘Tu casa o la mía’. ‘Tu coche o el mío’. Pensé, todo va como la seda. Hubo suerte, el coche recorrió parajes apartados. Pulsé el botón buscando la canción idónea. Creo que acerté, ‘Mujer de magia negra’ mitad blues mitad rock del mítico Carlos Santana. Ah, ella apenas suspiró entre mis brazos. Y yo, qué vergüenza, como todo macho español le pregunté ‘¿Te ha gustado?’. Su rostro ensombreció. ‘Bueno, la verdad es que tengo problemas con el sexo, apenas gozo’. Encajé como pude su respuesta, nos dimos los teléfonos y la dejé a la puerta de su casa.

Pasó una semana, créeme, no lograba sacarme de la cabeza a aquella mujer. La llamé, tuve fortuna y quedamos en un viejo café de la ciudad. Hablamos de todo, esta vez no hubo bourbon y sí muchas confidencias. No cesaba de pensar en su frase ‘apenas gozo’. Maldita frase, me envenenó. Ay, salió el macho español. ¿Recuerdas a Don Quijote contra los molinos de viento? Así de decidido estaba yo.  Y al final, resolvimos. ‘Una semana en Ibiza. Que sea luna llena’. Allá nos fuimos, a un hotel para turistas de medio pelo. Ni me di cuenta, ella me tenía tan encandilado. Te juro, me comporté como un buen gitano lorquiano. Ya conoces mi afición a las citas: ‘Sus pechos dormidos, / y se me abrieron de pronto / como ramos de jacintos’. Pero no sucedió. Maldita sea, naufragué justo como en la canción: ‘Porque a mí me atormenta / en el alma / tu frialdad’. La última noche fuimos a una discoteca. Había muchos extranjeros y un negro grande como un árbol. Yo estaba tan derrotado, imagínate. Ella me dio una palmada en la espalda. Jamás sabré si lo hizo por herirme. Allá se fue, a la vera del negro grande como un árbol”. (Como los hombres solitarios, mi amigo no aparta la mirada del fondo del vaso. Guardo silencio. Sé que está viendo el rostro de la mujer que le atormenta. En el local ya sólo quedamos él y yo. Pensativos, recorremos las calles mojadas de la ciudad. Seguro, ambos pensamos “La carne es débil y el alma se extravía”).

Te puede interesar