Opinión

Mirada de sueños rotos

Foto sencilla, espléndida, refleja un tiempo casi desolado. Ahí está: una calle de la vieja Habana y un revolucionario viejo. Lleva al hombro un bolso humilde, lleno de periódicos oficiales. Es un vendedor de Granma y Juventud Rebelde. Ay, presiento que los tiempos no son favorables para su mercancía. No hace tanto, los habaneros se agrupaban en torno suyo y casi le arrebataban los periódicos. Ahí está este hombre. Nos mira, su alma herida, todavía no vencida. En sus pupilas están las cenizas de los sueños de la isla más amada. 

Probablemente este hombre vio, hechizado, entrar al Comandante al frente de la “caravana de la libertad” aquel jubiloso 8 de enero de 1959. Probablemente, se emocionó al escuchar el primer discurso: “Hoy es un día histórico y queda mucho por hacer”. Probablemente, aquel día luminoso vio por vez primera el rostro visionario del Che. Probablemente, fue uno de los románticos revolucionarios que a comienzos de los 60 partió hacia Angola, dispuesto a dar la vida por un país que no era el suyo.

Quizás este hombre ande cerca de los 80: tiene escrito en su frente que es un revolucionario fiel. Quizás sea de esa tribu que no le importa morir mereciendo las lágrimas de su patria. Fijo, comentará ante una botella de ron: “Carajo, chico, no voy a ver los tiempos en que los ciudadanos ignoren las palabras ‘tuyo’ y ‘mío”.

Qué foto. La dolorida mirada de este cubano viejo trae a mi mente mis sueños rotos. Parece preguntarme: ¿Dónde está la venerada imagen del Che que presidía tu habitación? ¿Dónde están tus libros de nuestro poeta del son, Nicolás Guillén? ¿Y aquel libro tan usado donde subrayaste los versos de nuestro José Martí?

¿Dónde quedaron aquellas noches de fiebre en el Café Comercial, donde os juramentasteis tomar el fusil si algún día los gringos ocupaban la isla? ¿Dónde está aquella impresora clandestina desvencijada que siempre se estropeaba? ¿Dónde está aquel viejo tocadiscos donde escuchaste a Carlos Puebla, Compay Segundo, La Lupe, Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo: la novia del “feeling” y aquella canción que tanto amaste “Hasta siempre, Comandante./ Seguiremos adelante./ Como junto a ti seguimos?”

Años 80. Avión envejecido de la Cubana de Aviación rumbo a La Habana. Miro alrededor: dos filas de tipos de media edad van impacientes en sus asientos. El individuo que va a mi lado me dice: “Llevo 24 bragas talla M y L; 12 sujetadores talla 95; 24 jabones La Toja; 17 blocs; 50 bolígrafos de propaganda; colonias; cremas…” Le digo: “Pare, hombre, pare. Parece usted Papá Noel”. El fulano insiste baboso: “Mire, mire estas fotos, a todas estas me las beneficié; mire, mire, este bombón solo tiene 15 años”. 

Maldita sea, la mirada del viejo revolucionario me delata. “¿Usted también viene a por nuestras mujeres?…”

(Tanto me trastornó la foto que me prometí mientras tiraba piedras al Miño: “Iré de nuevo a Cuba, claro que sí”. Por las calles luminosas de La Habana seguro daré pronto con él. No seré tan altanero de comprarle todos sus periódicos. Le tomaré del hombro: “Vamos, compañero, a tomar ron y recítame aquel poema de Martí: ‘Cultivo una rosa blanca,/ en junio como enero,/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca...”)

Exposición de Cris Romero "La Habana, su gente, su vida" en el Espacio de Arte de Roberto Verino (Rúa Paseo 28, Ourense).

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