Opinión

Montura alada

Alba Noguerol

Mediados los 70, Mariskal Romero montaba los primeros festivales de rock en plazas de toros de este trozo de mundo. Hermano, qué tiempos: plaza de toros de Burgos, doscientas pesetas la entrada. Actúan las primeras bandas de rock de este país. Cucharada, Coz, Asfalto, Topo… La ciudad se llena de jóvenes que comienzan a amar el rock. Aquel día los burgaleses los miraron como a seres zarrapastrosos. Terminó el festival y al día siguiente La Voz de Castilla tituló en primera página: “Burgos sufrió la invasión de la cochambre”. Pero en España se iba a abrir un camino “pesase lo que pesase”. Recuerdo aquellas furgonetas en que viajaban las bandas a los primeros festivales. Eran un recinto secreto. Ay, apenas había alguna Volkswagen, eran las DKW de lata desvencijadas de los años 50 que expandían un vago olor a marihuana.

Se abusa del término “leyenda”. En este caso sí es cierto, Vicente Romero, el Mariskal Romero, es una leyenda. Qué barbaridad. Desde el año 68 del pasado siglo hasta hoy acercándonos la mejor música y las mejores historias del rock del planeta. La Heavy, la revista que él creó y dirige, donde yo escribí en los años 80, es ya un mito.

Cómo es la vida. Sus padres emigraron como tantos de Huelva a la gran ciudad. Se instalaron muy cerca de Torrejón de Ardoz. Eran los tiempos en que Franco y Eisenhower se abrazaron en El Pardo. Enseguida los americanos montaron su primera gran base militar, precisamente en Torrejón. En un desvencijado transistor de pilas, Vicente escuchaba alucinado la música de la “base”. Ay, aquí apenas eran conocidos: Jimi Hendrix, Rolling Stones, The Doors. Así fue formándose nuestro hombre, oyendo esas canciones que hablaban de un mundo nuevo.

Fue un pionero. El pionero. Se enamoró perdidamente de la radio. Comenzó a colaborar en aquellas viejas emisoras del Movimiento. Ay, una mañana lluviosa colocó el primer vinilo de Bob Dylan ante la mirada sorprendida de los jefes. Cómo ha pasado el tiempo, hoy es Premio Nobel de Literatura.

Diferentes generaciones crecimos escuchando su voz eufórica y maestra. Le queríamos porque siempre huía del tópico de la canción sin alma y renegaba de tipos como Bosé. Lo escuchabas y de alguna manera te subía a una montura alada. A un vértigo.

Cuenta que su bautismo de fuego fue en los 70 cuando, en un viejo 1.500, se plantó en el festival de Reading, donde vio en directo a las grandes estrellas del rock, por ejemplo a Genesis y al llorado guitarrista Rory Gallagher. Londres le enseñó el camino. Mientras, en Madrid abrían las primeras discotecas roqueras. Él fue el padre de M&M, donde actuaron todos los grandes. Ay, muchos íbamos a Stones, en la calle Villalar. Allí abrevaban las chicas de la base de Torrejón. Podías despertarte en la casa de una desconocida que te apuraba a irte de mañana ya vestida de sargento. Uf, cuando la flota americana atracaba en Rota, en tres días se acababa toda la cerveza.

Puro roquero, qué vida a tope. Donde hubo un gran festival de rock, allí estuvo. Pocas actuaciones de los Rolling Stones se perdió. Su día de gloria fue cuando entrevistó sin límite de tiempo uno a uno a los componentes del legendario grupo. Creó la expresión “¡Viva el rollo!”, que era un viva a la libertad en tiempos de la Ley de Vagos y Maleantes. Creó Chapa Discos, allí en 1975 grabaron Burning, Indiana y otros. Y en el 78, Leño, Asfalto, Cucharada… Ay, todas las bandas pioneras nacidas en los barrios desolados de Madrid. Fue caminante machadiano, mira tú, hasta estuvo en Machu Picchu. Recorrió en moto los desiertos de Marruecos siguiendo el rastro de Paul Bowles. Se sentó ante la tumba de Borges, que él tanto leyó. El 8 de diciembre de 1980, cuando las gafas redondas de John se estrellaron en el suelo a las puertas del edificio Dakota de Nueva York, Romero hizo 48 horas ininterrumpidas de radio en homenaje a Lennon.

(El martes estuvo en nuestro Foro y todo fue una fiesta. Presentó el imprescindible libro-disco “Mariskal Romero. 50 años de Radio&Rock”. Cincuenta años en el camino y ahí estaba él: “Excesivo, vital, intenso e indómito, o lo aborreces o lo amas”. A su lado recuerdas que has de huir de una vida aburrida, oscura y desgraciada. Comentó: “Jamás estuvieron las masas más crédulas y manipulables”. A veces asoma su lado transgresor y su espíritu rebelde, se malicia: “No digas los 40 principales, di los 40 criminales”. 

Cita Paco Gamarra a Platero, y el verso resume su alma: “Esnifar los rayos del sol/ y descongelar el cerebro/ y sentir que no estamos muertos/ y sentir que no estamos muertos”).

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