Opinión

Yo también soy vulnerable

Jueves, 14 de octubre

Hoy llegó a la tertulia, muy pensativo, nuestro amigo el psiquiatra. Más que pensativo, llega con un gesto levemente sombrío. Se sienta, engulle el gin tonic y nos dice casi confidencial: “Estos días estoy trabajando con un adolescente, me llegó de la mano de su madre y ya de entrada me escupió: ‘Mire, he llegado a la conclusión de que ya que no elegí el momento de nacer, decidiré pronto mi momento de partir. Como dice mi grupo favorito, lo haré cuando escuche un largo silbido en mi cráneo’. Nunca me había ocurrido algo así, pero espero llevarlo adelante’”. “Por informes de mis colegas, sé que estos últimos meses hubo algunos suicidios en la provincia que superan lo habitual. Tal vez sea por esta puñetera pandemia, porque he notado que muchos pacientes han cambiado mentalmente después de estos dos años. En las estadísticas, no muy convincentes, Ourense es de las ciudades que lidera la cifra de suicidios por habitante, no sólo en España sino en Europa. Ya el inolvidable doctor Cabaleiro se asombraba de la cantidad de aldeanos que se ahorcaban en las cuadras en la larga posguerra. Él abrió el primer sanatorio psiquiátrico en Toén. Con su apertura descendió mucho el número de personas que se quitaban la vida”. 

 

ALBA FERNÁNDEZ

El psiquiatra está lanzado, da un buen trago y continúa con sus reflexiones: “Lo que me rompe es esta vieja costumbre de no dar información sobre estas tragedias. Ni las comisarías, ni los forenses, ni los periódicos, nadie dice nada. Estos meses sólo trascendieron un par de casos de dos personas que fueron salvadas in extremis por las fuerzas de orden público. Una de ellas, muy límite, dentro del cementerio de San Francisco. Me cuesta entender que esto sea todavía un tabú. Yo creo que han terminado los tiempos de estigmatizarlo. Estamos en el siglo XXI y hay que darle visibilidad y no taparlo o esconderlo ‘Saber y contar es mejor que lo contrario’. Han pasado los tiempos en que a los suicidas, la iglesia prohibía enterrarlos en Tierra Santa. Aún recuerdo en mi niñez, en tiempos de un obispo muy represivo, aquel entierro que causó gran escándalo en la ciudad. Cómo la familia y amigos del difunto suicida, que iba en carruaje de caballos, arramplaron con el ataúd, abrieron las puertas del cementerio y lo enterraron dentro. Aún recuerdo vagamente a un hombre rezando una oración”.

Algo me hace intervenir, una vieja película de los 70 rodada en Ibiza viene a mi mente. “Os invito a ver el film ‘More’ con música de Pink Floyd. Relata a una generación y a este problema con maestría. Apenas se exhibió, no le gustó nada a la censura. Deja entrever nazis exiliados y la imagen final es estremecedora. Muere el protagonista de una sobredosis, sus amigos no saben qué hacer con el cadáver. Por fin, suben el ataúd a un carro tirado por un borrico. Lo acompañan tres amigos y su novia. Alguien decide cavar en el exterior del muro del cementerio, una tumba. Qué película, hoy sería políticamente incorrecta. Os invito a que la visionéis sólo si estáis preparados para emociones fuertes”.

Pero el psiquiatra continúa con sus reflexiones: “Estoy cansado de escuchar, por ejemplo, que el suicida es un cobarde. No, no es un cobarde ni un valiente, sino que es ‘una persona que sufre y no logra solventar sus problemas’. Es más, con frecuencia esa persona sufre una enfermedad mental”.

Hay un silencio en la tertulia. El profesor echa mano del móvil y dice: “Mirad el titular de este periódico ‘Cerca de ciento treinta menores van a quitarse la vida hoy en el mundo’. Las cifras de adolescentes que se quitan la vida nos hace empalidecer. La verdad es que me tenía prohibido hablarles del escritor y pensador Cioran a mis alumnos. Él se llamaba a sí mismo ‘perro aullador’. Allá cuando daba clase en La Sorbona, de vez en cuando se le suicidaba algún alumno. Él decía que España es un país cruel, un alma enfermiza y que tenía atracción por lo fúnebre. Sólo en un país así, escribió Calderón ‘Pues el delito mayor del hombre es haber nacido’. Escritor pesimista, iconoclasta y demoledor de ideas preconcebidas. Recomendaba leer ‘La vida es sueño’ de Calderón, pues ‘el delito mayor del hombre es haber nacido / la vida es sueño y el despertar es lo que nos mata’. Pero también escribió ‘Hacer el bien es lo que importa / por amor a la verdad / también para ganar amigos”.

El pintor ha estado muy callado y por fin interviene: “Seguro que habéis leído ‘Las penas del joven Werther’ del gran Goethe. Cuando publicó el libro, que trata de un suicidio por amor, hubo oleadas de suicidios románticos. El libro llegó a estar prohibido en ciudades alemanas. Dudo en escribir las palabras que Goethe pone en labios de Werther, pero lo haré ‘Sé hombre y no sigas mi ejemplo”.

(Es bien cierto, “Saber y contar es mejor que lo contrario”. Se acaba de celebrar el día internacional de la prevención del suicidio con el lema “Conectar, comunicar, cuidar”. El teléfono de la esperanza estalla cada día. Su certero mantra “Yo también soy vulnerable”).

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