Opinión

El último de una estirpe

Pasamos tres días allí mientras Acisclo esculpía con la arcilla ibicenca que acababa de descurbrir y Jaime pereparaba obsesivo un mural

MIÉRCOLES, 15 DE JUNIO

El viernes le darán la medalla de oro de la provincia. Es el último de una generación tenaz, rebelde y comprometida. Fue Vicente Risco quien los bautizó como Os Artistiñas. Nacieron a los pies de las mejores mentes del siglo XX, los Nós. Pero quiero contar cómo intimé con él allá a finales de los sesenta, cuando Ibiza era una isla delirante y mágica. Te cuento, allá andaba yo malviviendo con una pintora alemana que vendía sus cuadros en la calle con poco éxito. Serían las tres de la madrugada y yo estaba en aquella mítica discoteca Lolas Club (de la que escribí un poema que en los ochenta interpretó la banda Minuit Polonia con el título de “Ibiza Underground”). Allí estaba yo en la barra con la alemana, negociando con el barman que nos fiara nuestros vodkas con menta. De pronto alguien me tocó en el hombro y sentí una voz amiga, mira tú, era el propio Acisclo Manzano. Pagó nuestras bebidas y no preguntó mucho. Quizás vio por nuestras caras que no estábamos muy bien alimentados. Sin más, allá nos llevó a la casa que compartía con Jaime Quessada en las afueras. Qué belleza... se veía el mar y muy cerca un típico molino ibicenco. Jaime nos recibió con alborozo con su clásica bonhomía. Nos sentamos y enseguida María Jesús, su mujer, preparó una paella tan rica que, recuerdo bien, mi compañera y yo rebañamos con fruición.

Pasamos tres días allí mientras Acisclo esculpía con la arcilla ibicenca que acababa de descubrir y Jaime preparaba obsesivo un mural de eso que nadie pintó como él, la maternidad. Conversamos sobre la utopía, sobre la vida, sobre Auria, sobre el arte, mientras contemplábamos el atardecer sobre el mar. Ay, aquella luna llena que te estremecía. Pienso ahora que a los tres días, como Cristo, resucitamos mi compañera y yo. A María Jesús le cautivaron tres dibujos de ella que le pagó generosamente. Cuando nos despedimos, nos preguntó Acisclo sobre nuestros proyectos: “Queríamos irnos a Formentera a vivir en una comuna que lidera alguien muy especial que conocimos en Madrid”. Ya en la puerta, cuando nos íbamos, dijo Marúa Jesús: “Esperad, esperad”, y nos metió en la mochila miel y unos quesos que aprendió a hacer allí.

Pero he de hablar de los Artistiñas. Allá en la década de los sesenta, Ourense era una ciudad llena de pintores, músicos y poetas. La ciudad renacía. Por primera vez barmans con pajarita servían en la cafetería Alaska los primeros daiquiris. Allí, a mediodía, se reunía toda la tropa. Los inolvidables Virxilio, Vidal Souto, Xosé Luis de Dios… Pero era en el Tucho donde se reunía toda la bohemia de artistas y poetas. Allí, en su mesa, enseñaba el arte de vivir líricamente el inolvidable Vicente Risco. Después, don Vicente bautizó aquel mágico local con el nombre de Volter, en referencia al gran pensador. Siempre cuenta Acisclo que es una gran verdad el que Ourense fuese llamada la Atenas de Galicia. Cierto, salía gente de talento hasta de las alcantarillas. A veces, Acisclo se pone triste y dice sin dar datos: “La destruyeron y quedó en ruinas”. Te juro que algunos días cuando lo visito, me sorprende vestido de etiqueta, zapatos lustrosos: “No te extrañes, cuando hago mis obras respeto tanto la escultura que me visto de domingo. Y cuando saco la madera de un árbol sé que allí habita un espíritu que baila y que yo libero”. Quizás por eso Pedrayo lo bautizó como “cirujano de la madera”.

(Todo comenzó en 1952, tenía doce años cuando entró en el hospital de Piñor. Eran tiempos de tuberculosis, cartillas de racionamiento y largas filas de enfermos en camas metálicas. Allí pasó seis meses, con la navaja de afeitar y en cajas de puros hizo sus primeras figuras. Allí ya imaginó esas cabezas que esculpiría y que a mí me emocionan porque tienen “el temblor de lo eterno”).

VIERNES, 17 DE JUNIO

Comenzaba la tertulia y estábamos todos silenciosos y pensativos bebiendo nuestro gin tonic. De pronto llega el profesor como alterado y nos dice: “Os voy a leer este testimonio que Joan Manuel Serrat leyó en una universidad en que lo festejaban”. Cuando acabó, todos volvimos a quedar en silencio. Fue el psiquiatra quien dijo como ordenándome: “Has de incluir esto en tu jodido ‘Ángulo Inverso’, que andas un poco despistado. Tus lectores lo agradecerán”. Después, todos mis tertulianos avalaron las palabras del profesor. Así que hermana, hermano lector, me tomo la licencia. Allá va:

“En los últimos años, ha sido extraordinario el crecimiento tecnológico y científico que hemos experimentado. Pero también ha sido muy grande la pérdida de los valores morales de nuestra sociedad. Se han producido daños terribles a la naturaleza, muchos de ellos irreparables, y es vergonzosa la corrupción que desde el poder se ha filtrado a toda la sociedad. Más que una crisis económica, diría que estamos atravesando una crisis de modelo de vida. Y, sin embargo, sorprende el conformismo con el que parte de la sociedad lo contempla. Como si se tratara de una pesadilla de la que tarde o temprano despertaremos. Espectadores y víctimas parecemos esperar que nos salven aquellos mismos que nos han llevado hasta aquí. Es necesario que recuperemos los valores democráticos y morales que han sido sustituidos por la vileza y la avidez del mercado, donde todo tiene un precio, donde todo se compra y donde todo se vende. Es un derecho y una obligación restaurar la memoria y reclamar un futuro para una juventud que necesita reconocerse y ser reconocida. Tal vez no sepamos cuál es el camino. Tal vez no sepamos por dónde se llega antes. Pero sí sabemos qué caminos son los que no debemos volver a tomar. Espero que ustedes, gente buena, instruida y tolerante, sabrán juzgar mis palabras por su intención, más que por la manera en que sido capaz de expresarme. Mientras tanto, que los músicos no paren de hacer sonar sus instrumentos. Y que los poetas no dejen de alzar la voz. Que los gritos de la angustia no nos vuelvan sordos. Y que lo cotidiano no se convierta en normalidad, capaz de volver de piedra a nuestros corazones. Muchas gracias”.

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