Opinión

Personas y sociedad del conocimiento

En la sociedad del conocimiento, como en cualquier sociedad, lo importante son las personas. Las personas no son mercancías, tienen un potencial de libertad e inteligencia muy importante y los dirigentes, públicos, privados y sociales, tienen que ser capaces de hacer aflorar esas potencias, esa capacidad de aportación de ideas, esa capacidad de intercambio de ideas, esa capacidad de generar confianza para transformar la realidad. En esta tarea las nuevas tecnologías juegan un papel fundamental.

En la sociedad del conocimiento, donde Internet, la red, ahora la inteligencia artificial, tienen tanta importancia, tenemos que ser conscientes de que la clave está en concebir los conocimientos como capacidad para mejorar la vida de las personas, no en acumular todo un conjunto de información que no se sabe bien para qué sirve. Sin embargo, el anuncio de Jeremy Rifkin de las 24 horas 7 días a la semana es una amarga realidad. Es decir, estamos intentando que los trabajadores hagan su tarea en mejores condiciones, en unas nuevas condiciones más humanas, y estamos obligando, muchas veces, a que los empleados estén conectados al ordenador 24 horas los 7 días de la semana, sábados y domingos, incluidos. 

La sociedad del conocimiento nos facilita saber más para pensar mejor. Y por eso, las organizaciones son, deben ser, comunidades de aprendizaje, de investigación. ¿Por qué? Pues porque realmente, si en una organización hay un deseo de mejora, si continuamente se analizan los resultados: ¿por qué las cosas salen bien?, ¿por qué salen mal?, y ¿qué cambios se deben procurar desde el trabajo en equipo, desde la escucha de los colaboradores?, entonces es más fácil saber lo que se debe hacer en cada momento. No es fácil, pero es un desafío que tienen los directivos, también en el gobierno y en la administración pública. En este sentido, se puede decir que hay algunas ideas que se subrayan permanentemente en los programas de dirección y que, en mi opinión, están muy vinculados al buen gobierno, a la buena administración: mentalidad abierta, metodología del entendimiento y sensibilidad social. Trilogía que deben tener presente los directivos de las organizaciones modernas dejando de lado la prepotencia, el pensamiento único y la obsesión por el poder, la fama y la notoriedad.

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