Opinión

En cien años, todos calvos

Itxu y Quero.
photo_camera Itxu y Quero.

Celebro saber de ti. Y me alegra aún más saber que estás con el agua a la altura de las rodillas. La mayoría de los españoles está con el agua al cuello. Reconforta constatar que tu línea de flotación se halla a la altura de las corvas, pues de llegar a la barriga se aceleraría el ascenso del nivel del mar. No sé si eres consciente de ese efecto que viene ocurriendo como consecuencia del deshielo de los polos. Es un fenómeno que debería preocuparte porque, si nos quedamos sin hielo, a ver qué vamos a echar a los cubatas. Teniendo en cuenta tu perímetro abdominal, abstente de adentrarte más en el mar o el nivel oceánico empezará a subir al punto de desplazar la actual costa gallega a la comarca de Las Hurdes.

Dicho esto, lamento contradecir tu pronóstico sobre mi destino en Semana Santa. Me he quedado en Madrid. Pensaba ir a la playa, pero se me encendió la reserva del coche y aún no he encontrado avalista para llenar el depósito. Me cuentas tu desazón sobre la vuelta de vacaciones de Pedro Sánchez para hacernos la pascua. En realidad, el hombre este que preside el Gobierno nos ha sumergido en una Semana Santa continua. Cuando no hay domingo de ramos hay derramas. Con lo quemados que estamos los españoles, todos los miércoles podrían ser de ceniza. Mientras esperamos la resurrección del empleo, él se lava las manos como Pilatos. Y nosotros, como Jesucristo, agonizamos rodeados de ladrones. Incluso cuando pretendemos esbozar una sonrisa, lo hacemos a sabiendas de que la procesión va por dentro. Sólo nos queda esperar un milagro.

Hablando de milagro, espero que hayas conseguido frenar tu alopecia. Me preocupa que España sea el segundo país del mundo con mayor número de calvos. Esto refrenda la advertencia de las autoridades económicas europeas: “si siguen ustedes así, se les va a caer el pelo”. Supongo que tener como dos últimas vicepresidentas a Calvo (Carmen) y Calviño (Nadia) no ha ayudado. Pero no debes deprimirte, querido Itxu. Eso tiene arreglo. Me refiero a tu calvicie, no a lo de las vicepresidentas. Siempre te quedará Turquía. Hasta hace poco, a este país partían miles de vuelos repletos de pelones que regresaban como recién salidos de una fábrica de muñecas. Ahora ya no es necesario viajar tan lejos. No sé en Orense, pero en Madrid crecen los establecimientos de injertos capilares. Me dicen que sale a un euro el pelo. Teniendo en cuenta que un ser humano tiene entre diez mil y quince mil pelos en su cabeza, ya sabes lo que te puede costar lucir pelambrera como José Bono. De no ser por los implantes, el expresidente manchego, bien podría sustituir a Kiko Matamoros en Supervivientes. Ahora que lo pienso, José Bono es el paradigma del superviviente, pero ese es otro tema. Si el objetivo es presumir de melena, ¿qué son 15.000 euros? 15.000 euros apenas darían para comprar una docena de mascarillas en el Ayuntamiento de Madrid, donde ahora se ha sabido que unos piratas de medio pelo no se cortaron un pelo al importar mascarillas defectuosas y tomar el pelo al personal vendiéndolas al doble del coste.

Hazme caso, Itxu, la ocasión la pintan calva y la solución te vendría al pelo. Hay opciones más baratas. Por 300 euros pueden peinarte los sobacos hacia arriba, pero no queda igual. Piensa en el implante y mira a Iker Jiménez en cuya frente podían disputarse partidos oficiales de frontón. El pelazo de Iker, eso sí que es un misterio y no lo que cuenta en su programa. Y si a pesar de todo, optas por lucir calva con dignidad y resignación, tampoco es mala cosa. Al fin y al cabo, en cien años todos calvos. Bueno, tú un poco antes.

Cuídate.

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