Opinión

Anuncio que celebro no hacer nada

Un mes después de su última rueda de prensa, Jácome aceptó conceder otra para celebrar la pérdida de una subvención, anunciar la cancelación de las fiestas y confirmar el veto a la programación cultural hasta el verano. Gonzalo está empeñado en ilusionar a la ciudadanía con malas noticias: en media hora sepultó media ciudad y todavía le sobró tiempo para recordar que le hubiese gustado llenar la Sala Valente de oficinas y avanzar que, si por él fuera, convertiría las ruinas del centro de parques naturales en un irresistible aparcamiento a las orillas del Miño. 

En esa intervención del martes también definió la subvención perdida de 2 millones como “un cambalache”, con “listillos y aprovechados” que iban a poner “cuatro lámparas y cuatro chips” -mientras, en su centro de Inteligencia Artificial los científicos ya están diseñando un código QR- y que los medios somos “unos manipuladores” por no matizar en el hipotético titular de la futura información que perdió esa ayuda a propósito. Después describió al sector de las artes escénicas como “un grupo de trileros”, los técnicos del Auditorio están desactualizados, las subvenciones son “el beso de la muerte” y ayer se completó señalando en Twitter: “Los límites de la burocracia son inescrutables”. Con tanto enemigo al acecho, la agenda de Pérez Jácome más que la de un alcalde parece la de Batman. Pero claro, Bruce Wayne no aguantaba a los ciudadanos de Gotham tirándole de la manga y pidiéndole una aburrida obra de teatro o un cuentacuentos para los niños. Posiblemente, si lo hiciesen el superhéroe millonario acabaría respondiendo como hace Jácome -este con la pasta pública-: tomad, aquí tenéis 20 euros, dejadme en paz. Luego ya será decisión del vecino si invierte en la economía local o imita a su alcalde cuando, con ese mismo dinero del Concello, compró en 2020 material electrónico en el Corte Inglés de Vigo -¿pero acaso no es esa ciudad un barrio ourensano?-. Por ahí camina su filosofía microliberal, próxima al “Do It Yourself” o “cada can que lamba o seu carallo”: el que quiera Maios, a buscarse la vida y el que quiera cultura, a Youtube o Netflix.

Con lo de las dudas sobre los esfuerzos de DO para “democratizar” la cultura se le empieza a notar tan harto como si se le cuestiona su máxima de “en los últimos doce años solo yo he dado buenas ideas en la política ourensana”. El alcalde también se agita cuando los periodistas se salen de lo que él cree que es el guion adecuado y por eso optó de inicio por una estrategia que recuerda a la de los chistes de Chuck Norris: si la ley de la relatividad es que todo lo relativo a Chuck Norris es correcto, Jácome no hace presupuestos en 2021 porque prefiere centrarse en los del 2022 y echó a su primo tras filtrarse su intento de chanchullo porque, simplemente, perdió la confianza. Al llegar el turno de intentar fiscalizar sus vaporosas promesas, señaló que su llegada a la Alcaldía fue “antes de ayer” -bien mirado, el tiempo pasa volando- antes de lamentar que no examinemos “con la misma lupa” a todos los políticos y, lástima, irse sin explicar si entonces para analizar sus veinte meses de gestión es preferible usar el microscopio o fantasear con el telescopio.

Te puede interesar