Opinión

El Jacomismo

En la web de Democracia Ourensana Jácome todavía no es alcalde. Con partes sin actualizar desde hace al menos dos años, allí no se han celebrado aún las municipales y Gonzalo, explica con sinceridad la sección  “quiénes somos” de la página, sigue en la oposición y está esperando una moción de censura para descarrilar al PP. Los concejales díscolos de DO se muestran un poco más abajo bien alineados con el caudillo, las promesas electorales y los pactos todavía no se han roto. Aún no teníamos city manager. 

Para algunos de sus votantes, ver ahora esta web será como visitar la del Fórum Filatélico. Supongo que otros estarán encantados y aplaudirán en Twitter. Para el resto, leer esos párrafos funciona como un ejercicio de nostalgia. Apetece abrigarse con ese pasado que acerca la pantalla: el argumentario de Jácome sigue siendo tan incomprensible como hace dos años pero allí al menos no sabíamos lo que era la transmisión por aerosoles. Mientras Gonzalo escribía que DO “es un partido de ideas, no de una ideología de zona” o que desarrollan “una clara política integral”, todos estábamos más sanos, más inocentes, más jóvenes. Y Messi no había dicho aún que se quería ir del Barça. 

El viejo Jácome decía en su vieja página que DO no es ni de izquierdas ni de derechas y que ser alcalde viene a ser como ser director de un hotel. Ahí no estábamos todavía confinados y ahora los hoteles están cerrados y al borde de la ruina. En los meses transcurridos desde que Gonzalo tecleó en la web su biografía se celebraron las municipales que lo terminarían aupando, emparedadas por dos generales y seguidas por una pandemia. En todo este tiempo, tres vidas por lo menos, su mayor mérito político acabó siendo hacernos pensar a muchos que detrás de todo el carnaval tenía que haber algo parecido a una agenda. Su “microliberalismo”, el populismo y todos esos rasgos que tratábamos de etiquetar y encuadrar. En realidad, sería como adivinar una cara en la humedad de la pared del salón. 

Tratar de descifrar el jacomismo llevó a examinar, como si fuera otro partido, el programa de DO. Algo habrá ahí, algo querrá hacer. Y a, como si fuera cualquier otro alcalde, analizar el porcentaje de promesas cumplidas, escudriñar sus entrevistas, exponer sus contradicciones. Pero es un ejercicio tan inútil como ironizar tras leer en la web del todavía no alcalde “DO rechaza la política de sueldos planos en el sistema funcionarial”. Esto acaba sirviendo para lo mismo que leer ahora sus tuits –siendo muy meritorio haber rebajado tanto la figura del regidor de una ciudad de 100.000 habitantes que sus palabras, posts y promesas pesen tan poco-. 

Su política nunca ha sido tan sincera como la de estos últimos dos meses. Estar solo con dos ediles le ha permitido mostrarse mejor: Jácome no es un coronel Kurtz atrincherado en la Alcaldía, no busquen épicas ni surrealismo ourensano, frías venganzas o ideas utópicas. No encontraremos en su personalidad a “Fitzcarraldo” ni a “Bienvenido mr. Chance”. Al final, solo tenemos a un hombre que, como vino a autodefinirse en su investidura, se encaprichó con ser alcalde tras fracasar en otras muchas ambiciones. Alcanzada la meta –y para qué vamos a perder el tiempo actualizando nuestra web- solo queda improvisar, hacer algo de ruido e ir tirando mientras se cobran puntualmente los sueldos del cartel montado desde Alcaldía. ¿La ciudad? Francamente, parece no importarle demasiado. En su defensa, tampoco lo ha disimulado: como mucho ha funcionado como regidor de lo que él creía que era Ourense. Es decir, alcalde de Democracia Ourensana. Es decir, alcalde de Auria TV. O lo que es lo mismo, alcalde de sí mismo y de Armando Ojea. Eso también lo ha conseguido.

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