Opinión

La muerte de las vacaciones

Es lunes y ya han pasado 16 días de mi vuelta al curro. Pero probablemente todavía no haya terminado de empezar a trabajar. Porque por estas fechas uno vive en un limbo melancólico activado a mitad de agosto, cuando todavían quedan dos semanas de vacaciones pero ya se te han muerto. Porque una mañana vas al supermercado en bañador y la fecha de caducidad de los yogures marca septiembre.

A partir de ahí oyes un tic-tac, te empieza a martillear la cabeza el recuerdo de la voz de tu jefe y cuando te das cuenta sufres la depresión postvacacional mientras pides otra de raxo en el chiringuito. "Qué feliz era en julio", aciertas a mascullar mientras paseas acompañado del "flop-flop" de las chanclas sobre la acera, con similar ánimo al que te llega cuando tras cuatro gintonics y la enésima discusión te sorprendes pensando en las ventajas de amanecer al día siguiente convertido en un liberal de derechas.

Puedes vociferar a gusto en la comida del domingo contra el tarifazo al diésel y de un plumazo te ahorras el buenismo, a James Rhodes, a Greta Thunberg  y todas esas tardes con acidez de estómago provocadas a la izquierda por PSOE y Podemos en el último trimestre. Es el ánimo perfecto para empezar  "Camino de servidumbre" o iniciar los trámites de separación de la tripilla que asoma tras dos semanas de auténtica luna de miel. Instalado en ese sinvivir se agolpan las señales que gritan el fin de la fiesta.

"Este venres volvemos cos callos", saluda con regocijo un bar de la avenida de Buenos Aires. "Rivera reaparece tras un mes desaparecido", alerta una alerta del teléfono móvil. Ya no habrá consuelo en series, libros, podcasts –muy recomendable por cierto "La mano contra el sol"–, tuits de Jácome o la conmovedora barba de Pablo Casado.

Todo acaba siendo una autovía que desemboca en tu silla de la redacción y en la duermevela de septiembre. Y en este purgatorio repleto de añoranzas es justo agradecer el  esfuerzo de personas como Rafa Villarino para agitar el cotarro. Exsusanista pero infatigable al desaliento como su jefe Sánchez, apenas unos meses le han bastado para erigirse como líder de la oposición en Concello, Diputación, Adif, Termatalia y Colegio de Farmacéuticos. Y sumando. 

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