Opinión

El minigobierno del minimillón

Jácome nunca ha escondido su forma de entender la política. Los funcionarios son burócratas, el Concello funcionaría “cinco o diez veces” mejor como una empresa, las juntas de área las evitamos siempre que se puede y las mociones de los plenos no sirven para nada. Los concejales desertores se pueden sustituir por técnicos y las carencias se cubren fichando más asesores: este periódico publicaba el miércoles que el coste de su gobierno de tres ediles y 22 eventuales alcanza ya el millón de euros al año en sueldos. Y subiendo. 

Nadie en Galicia gasta más en trabajadores externos que Jácome y el conflicto viene a la hora de evaluar qué están consiguiendo mientras se consumen esos recursos públicos. “Claro que van a costar un dineral. Si el gobierno lo hace bien compensará y si no será una estafa”, decía cuando le preguntaron por la rentabilidad de su filosofía de contratación en octubre del 2019. Que eso viene a ser lo que argumenta el presidente de un club cuando le piden explicaciones por un fichaje: ¿quién se acuerda de lo que pagó el Madrid al Sevilla por Ramos?, ¿cómo evaluar si el sueldo de Messi es caro? Por ahí volvemos a Jácome y a su confuso examen de la política: recién instalado en Alcaldía argumentaba que DO es como el Superdépor. “Nosotros somos como ellos. De repente no lo empieza a hacer bien y desaparecen los aficionados. Sin embargo los del Madrid y Barcelona siguen siempre. Eso me recuerda al PSOE y el PP”. Se olvida de que una persona decente no cambia de equipo de fútbol cuando pierde pero sí se muda de partido cuando no cumple sus propósitos o simplemente vienen mal dadas. Por eso el Deportivo sigue con 17.000 socios camino de Tercera y por eso UPyD ha desaparecido y Casado busca una sede nueva. Y Jácome, ¿gana o pierde? Pues según se mire. En mayo del 2019 perdió 1.700 votos y luego ganó la Alcaldía. Después perdió un socio, 4 concejales y lidera uno de los gobiernos más pequeños de España -si quiere consuelo, todavía es más mini en Manganeses de la Polvorosa, un pueblo zamorano de 600 vecinos con solo dos ediles en el poder-. Ahora en las últimas semanas ha perdido -o está en el alero- una subvención para la plaza de abastos, le afean los retrasos de Servizos Sociais y el desmantelamiento de Cultura, caen un tercio los asuntos tratados en junta de gobierno y una de las pocas promesas que ha logrado cumplir, retirar los bolardos, acaba investigada por la Fiscalía tras convertirse en otro ejemplo de gestión: a base de intuición, sin informe previo, con “performance” y generando nuevos problemas -¡quién iba a pensar que sin control de entrada los coches entran sin control!-. 

¿Compensa entonces Jácome o, según sus palabras, es una estafa? Cumplidos 20 meses de mandato y sin resistencia interna -qué es DO- ni apenas externa -¿quién es la oposición?-, el alcalde de Ourense trata de aplazar el examen rellenando los huecos de su gestión con ideas y nuevos asesores. “El Concello está colapsado y adolece de grandes carencias de personal técnico cualificado”, señalaba el martes para justificar el fichaje del director general de Servicios Generales, Sistema de Información y Transparencia. Algo así dijo en la presentación del plan de choque de personal (julio del 2019) o para contratar al “city manager” (julio del 2020), y lo mismo usó para justificar los retrasos en las ayudas a los autónomos, el censo de mayores que viven solos o los baches en las calles. Por eso ahora, antes de lo que decida el próximo viernes el pleno, un vecino escéptico puede dudar sobre si, como recalcó Jácome, es "fundamental” esta nueva dirección general o si por el contrario las heridas municipales autoexpuestas se vinculan a su fragilidad política o, dios no lo quiera, son síntoma de impericia y un modelo ineficaz. De momento, y agarrando el ideario empresarial jacomiano, a un lado van desfilando las facturas de su gobierno -“inputs”- y al otro quedan los resultados que llegan a los ciudadanos -“outputs”-.

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