Opinión

NUNCA ES DEMASIADO TARDE PARA DEJAR DE FUMAR

Nicola Roxon, ministra de Sanidad australiana desde 2007 a 2011, pronunció esta frase no hace mucho. Todos los médicos estamos de acuerdo que se necesita una mayor aplicación de las normas conocidas para reducir el consumo de tabaco.


Hace poco más de una semana la prestigiosa revista médica de Boston, New England Journal of Medicine, publicaba dos artículos sobre la mortalidad relacionada con el tabaco en Estados Unidos en los últimos años, y los beneficios de dejar de fumar. Y aunque los informes se refieren exclusivamente a aquel país, usted sabe como yo que casi todo lo malo de allí -lo bueno mucho menos- acaba llegando aquí.


Uno de los dos artículos se basó en el resultado de una encuesta en la que se entrevistó, entre 1997 y 2004, a 113.752 mujeres y 88.496 hombres a partir de los 25 años. Los investigadores examinaron las tasas de mortalidad y las causas de muerte al final de 2006. En el grupo de edad comprendida entre los 25 y 79 años, la mortalidad de los fumadores de ambos sexos fue tres veces la de los participantes que nunca habían fumado. Las enfermedades atribuidas a fumar cigarrillos explicaron el 60 por ciento de las muertes de los fumadores. Los que habían dejado de fumar entre la edad de 25 y 34 años vivieron 10 años más, los que habían dejado entre los 35 y 44 ganaron 9 años, los que dejaron entre los 45 y los 54 ganaron 6 años y quienes lo dejaron entre los 55 y 64 ganaron 4 años. Los que continúan fumando raramente alcanzan los 85 años. De aquí es fácil deducir que nunca es demasiado tarde para dejar de fumar.


En el otro artículo se analizaron siete encuestas a la población americana para determinar si las tasas de muerte entre las mujeres fumadoras -previamente se había documentado que eran inferiores a las de los hombres fumadores- estaban convergiendo con las de los hombres. Realmente, las mujeres que fuman como los hombres mueren igual que los hombres que fuman. Analizaron la mortalidad en tres periodos, entre 1959-1965, 1982-1988 y 2000-2010. Durante este periodo de 50 años la mortalidad en la población general del estudio cayó un 50 por ciento, pero las mujeres fumadoras no se beneficiaron y en los hombres fumadores hubo solo una reducción del 24 por ciento. En el grupo analizado entre 1959-1965, las muertes por cáncer de pulmón entre los fumadores fueron casi cinco veces más altas para los hombres en comparación con las mujeres, pero en la cohorte o grupo entre 2000-2010 los riesgos de sufrir cáncer de pulmón se habían igualado y habían aumentado 25 veces tanto para hombres como para mujeres.


Steven A. Schroeder, en un comentario editorial de la revista sobre estos dos artículos, dice que como no se entrevistó a la población reclusa, la que fuma más cigarrillos diariamente, estos hallazgos probablemente subestimen la mortalidad global entre los fumadores. Asegura que el consumo de tabaco es una enorme amenaza para la salud pública, y termina afirmando que debido a que fumar cigarrillos se ha vuelto una conducta estigmatizada, concentrada en las personas de bajo nivel social (aquí también llevamos ese camino), los riesgos se vuelven invisibles para aquellos que establecen las políticas de salud y las prioridades de investigación.


Si usted es fumador o fumadora piénseselo bien antes de seguir fumando. No merece la pena perder tantos años de vida por echar humo. Y para dejar de fumar solo tiene que hacer una cosa: no llevar ningún cigarrillo más a la boca. Hágalo. Después dirá, como yo, que fue de lo más importante que hizo en su vida.




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