Opinión

TUBERCULOSIS, LA GRAN IMITADORA

Hace una semana se celebró el Día Mundial de la Tuberculosis. Casi todas las enfermedades tienen ahora su Día. Incluso las sociedades médicas celebran el año de las enfermedades más frecuentes de su especialidad. La tuberculosis debía ser celebrada por siglos porque ya es conocida desde hace muchas centurias.


Recién llegado a Ourense, después de haber hecho la especialidad en el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, me llamó muchísimo la atención que, aquí, la tuberculosis era considerada como una enfermedad de la que la gente se avergonzaba. Cuando le diagnosticabas tuberculosis pulmonar a una persona de una familia de buen nivel económico te aclaraban inmediatamente que no lo entendían porque ellos no eran pobres y vivían bien. Era considerada una dolencia vergonzante, por eso se ocultaba cuando un miembro de la familia la padecía.


La tuberculosis es una enfermedad infecciosa causada por un bacilo denominado mycobacterium tuberculosis. Aunque este germen puede dañar cualquier otra parte del cuerpo, los pulmones son los órganos más frecuentemente afectados y la vía aérea la puerta de entrada habitual del bacilo tuberculoso. Esta enfermedad puede ser grave e incluso causar la muerte si no se toma el tratamiento antibiótico recomendado por el médico. Pero hoy todos los pacientes con tuberculosis pueden curarse tomando correctamente el tratamiento durante el tiempo señalado.


Aún hoy en día personas de todas las edades, razas, nacionalidades y niveles económicos pueden contraer la tuberculosis. Pero por diversas razones algunos grupos de personas tienen un más alto riesgo de contraer la enfermedad: 1) Personas con infección por VIH (virus del SIDA); 2) personas en estrecho contacto con enfermos de tuberculosis pulmonar; 3) personas con condiciones médicas que hacen a su cuerpo más incapaz de protegerse por sí mismo de la enfermedad como por ejemplo: diabetes, silicosis pulmonar, personas que toman tratamientos con medicamentos que pueden suprimir el sistema inmunitario, como el uso prolongado de corticoides; 4) personas de nacionalidades con alta incidencia de tuberculosis; 5) personas que trabajan o residen en centros de cuidados a personas ancianas, cárceles y algunos hospitales, y 6) personas mal alimentadas, alcohólicas y adictas a drogas por vía parenteral.


La tuberculosis se transmite de persona a persona a través del aire. Cuando las personas enfermas de tuberculosis pulmonar o laríngea tosen, lloran, estornudan, cantan o incluso hablan los gérmenes que causan la tuberculosis pueden ser expulsados al aire. Si una persona respira o inhala estos gérmenes hay probabilidad de que se infecte por el mycobacterium tuberculosis.


El mayor riesgo de infectarse de tuberculosis lo tienen las personas que están durante más tiempo en contacto con el enfermo tuberculoso: algunos familiares, amigos, compañeros de trabajo y otras personas que conviven con el enfermo. La tuberculosis se transmite más fácilmente en espacios cerrados durante un largo periodo de tiempo.


No es lo mismo estar infectado que estar enfermo de tuberculosis. Las personas infectadas tienen los gérmenes o bacterias en su organismo, pero las defensas de su cuerpo les protegen de los gérmenes y no están enfermas. Las personas infectadas no contagian la enfermedad. De cada diez personas infectadas de tuberculosis sólo una aproximadamente desarrollará la enfermedad tuberculosa a lo largo de toda su vida. En el resto, sus defensas les protegerán y no desarrollarán la enfermedad.


Las personas con enfermedad tuberculosa están enfermas y pueden transmitir la enfermedad a otras personas. Las personas infectadas pueden enfermar si las bacterias tuberculosas vencen a las defensas del organismo y dañan a los pulmones o a cualquier otro órgano del cuerpo. Al poco tiempo de iniciado el tratamiento, los enfermos con tuberculosis dejan de ser contagiosos y ya no transmiten la enfermedad.


Una persona con infección tuberculosa no tendrá síntomas o puede tenerlos mínimos, como un cuadro gripal banal, en el momento de la infección. Una persona con enfermedad tuberculosa puede tener cualquiera o ninguno de los síntomas siguientes: tos persistente, cansancio, pérdida de peso, pérdida de apetito, fiebre, tos y esputos con sangre, sudores nocturnos. Estos síntomas pueden ocurrir también en otras enfermedades pulmonares. Los médicos llamamos a la tuberculosis la 'gran imitadora' porque, como en el cuento de hadas de Christian Andersen, 'El traje nuevo del emperador', a veces se presenta sin los síntomas habituales, simulando otras enfermedades. A veces algunas dolencias difíciles de diagnosticar terminan siendo tuberculosis. (Ah, 'sólo porque todo el mundo crea que algo es verdad, no significa que lo sea' y 'no existen las preguntas estúpidas', son dos interesantes mensajes de este maravilloso libro de Andersen).


Es importante diagnosticar pronto la tuberculosis, cuando el paciente tiene tos únicamente. Cuando ya aparecen los otros síntomas referidos, como los que tenían algunos personajes de las series de televisión española basadas en novelas de principios del siglo XX aquejados de tuberculosis en las que aparecían con delgadez extrema, el paciente ya tiene enfermedad avanzada y pueden quedar más fácilmente secuelas o cicatrices en los órganos afectados. Por eso se recomienda que si usted tiene tos de más de dos semanas de duración acuda al médico.


Los mayores inconvenientes de esta infección es que la enfermedad es contagiosa y el tiempo de tratamiento para conseguir la curación es como mínimo seis meses. Probablemente en el futuro, con la aparición de nuevos fármacos, se pueda disminuir la duración del tratamiento.


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