Opinión

VANIDAD O ENGREIMIENTO

Quién no ha sido vanidoso en algún momento a lo largo de su vida? Admito que haya o haya habido personas que nunca lo hayan sido, pero considero normal que cualquiera tenga o haya tenido cierta vanidad en algún momento de su vida. Probablemente tenía razón Bernard Le Bouvier de Fontenelle cuando decía que la vanidad es el amor propio al descubierto.


Claro que en la vanidad existen grados, como en la bondad o en la maldad. Pero al contrario que en la maldad, entiendo cierto grado de vanidad en algunas personas y me parece insoportable en otras. Y sin embargo, muchas de esas personas en las que entendería, por sus grandes cualidades, que fuesen vanidosas -¿no lo aceptaría usted también en el creador de Zara?- no lo son nada o al menos no lo parecen.


Le pongo dos ejemplos. El de Rafa Nadal, jugador de tenis y el de José Mourinho, entrenador de fútbol. El primero, con tantos méritos excepcionales, no parece nada vanidoso. El segundo, con menos méritos personales, que en todo caso serían también de los jugadores a los que dirigió, aparece siempre envanecido y soberbio. Y la vanidad no es más que una expresión exagerada de la soberbia.


El engreído no cesa de hablar de sí mismo, de sus méritos, a la mínima oportunidad. No se da cuenta que quien debe destacar sus virtudes o cualidades son los demás, que por cierto acabarán casi siempre haciéndolo si lo merece, y no el mismo.


También creo que hay personas vanidosas inteligentes y estúpidas. No sé si el genial Dalí podía ser un completo vanidoso perspicaz. Otros -usted conocerá alguno- son los engreídos estúpidos, que sin tener mérito alguno, presumen y aparecen rimbombantes como si los tuvieran. A estos les va muy bien el dicho, 'dime de lo que presumes y te diré de lo que careces', y también se le podía aplicar lo que escribió Friedrich Nietzsche al respecto: 'La vanidad es la ciega propensión a considerarse como personaje no siéndolo'. Intuyo que las personas inteligentes y prudentes son menos engreídas.


La vanidad no sirve de nada. Jacinto Benavente dijo que la vanidad hace siempre traición a nuestra prudencia y aún a nuestro interés. La vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados, escribió Ernesto Sábato.


¿Son más vanidosos los hombres que las mujeres? No lo sé. Porque me he relacionado más con ellos, conozco más hombres vanidosos que mujeres presumidas. Pero seguro que usted ha conocido alguna mujer engreída por su belleza. Julie de Lespinasse dijo que la mujer que hace un mérito de su belleza, declara por sí misma que no tiene otro mayor. Sin embargo Goethe opinaba, 'se dice que las mujeres son vanidosas por naturaleza; es cierto, pero les queda bien y por eso mismo nos agradan más'. Y el escritor irlandés Jonathan Swift aseguraba que el poder arbitrario constituye una tentación natural para un príncipe, como el vino o las mujeres para un hombre joven, o el soborno para un juez, o la avaricia para el viejo, o la vanidad para la mujer.


Sea precavido con las personas tímidas, ya que puede acusarlas de engreídas sin razón, porque es fácil confundirlas con las vanidosas.


¿Y cuál es el remedio? Creo que depende del grado de vanidad. Para mí la vanidad es una dolencia tan superficial, que basta con rascarme un rato para que se me quite, dijo Tristan Bernard. Y Tom Wolfe afirmaba que la más segura cura para la vanidad es la soledad. Seguro.




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