Opinión

¡Qué calor!

El mismo calor monótono y sin concesiones de los años en los que las pulsaciones se disparaban con los besos que soñabas la noche anterior. Noches en las que a las ventanas les sobra hasta el marco. Tardes de piscina que ahora son de despacho, mostrador, oficina o volante.
Julio es el mes del calor aunque quizá nos costase recordarlo con tanta contundencia. Es el mes del Tour y los seriales en las portadas de los diarios deportivos con fichajes a cada cual más ilusionante. De las picaduras de mosquito, el helado de chufitroco de kalimoca, cerveza con gaseosa y fiestas de sabe Dios donde.


Y el mes del COB. El único club que mientras unos despuntan y otros se amodorran él asume un déjà vu digno de estudio. El más difícil todavía versión 15.0. Capaz de inventarse una guerra civil para saber quién asume la obligación de cambiar la cerradura. De perseverar por una vacante que a última hora se le ofrece. Incluso de conseguir que amplíen una liga para unos meses después desvalijarla y despedirse en loor de multitudes por la puerta principal.


Lo de 2015 será difícil de superar. Pero lo conseguirá. No sé cómo pero lo conseguirá.
En julio las páginas de baloncesto llevan el encabezado de drama y se distribuyen por coleccionables que tienden a infinito. Casi como aquellos libros en los que podías elegir la página a la que dirigirte para que pensases que eras capaz de guionizar la aventura. Casi.
En julio los aficionados al baloncesto juegan a directores deportivos dibujando plantillas. En Ourense repartimos desfibriladores para que los infartos no limiten el número de abonados unos meses después. 
Nos va la marcha. También es verdad que a base de hacer callo ya hasta conseguimos dormir pese a la angustia. Bueno, eso no. Pero porque con este calor es imposible.
 

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