Opinión

Lamentable

El daño que la Liga ACB y el Fuenlabrada le están haciendo al baloncesto español es demoledor. El que le aplican al COB, irreparable.
En conjunto añaden pólvora a un sistema competitivo y organizativo que ya de por si está cerca de saltar por los aires. Por separado tratan de bloquear a un club al que solo respetan con la boca pequeña.
La Asociación se derritió a la primera amenaza y denegó la presencia al COB en la liga imperando la presión a la justicia. Una medida tan errática que trae y traerá consecuencias todavía imprevisibles. El club arrastró a la competición a una medida arbitraria.


Ahora cruzan los dedos para que las noticias del CSD o las que llegan desde Sevilla eviten que en vez de pillárselos les amputen directamente los brazos.
El COB nunca ha amenazado, insultado o intimidado. Reclama lo que considera suyo. Por ley escrita y moral es equipo de la ACB. Lo segundo queda para novelas de piratería o el Alatriste de Pérez-Reverte.
Desde el primer minuto el Fuenlabrada recurrió al grito y a la amenaza. Primero se atrevió con ABANCA y con los políticos locales, provinciales y autonómicos por apoyar a un equipo que, no debe olvidar, como mínimo supone lo mismo para sus seguidores que el Fuenlabrada para los suyos. Falta de respeto.


Amenazó a los miembros de la Comisión Delegada para tirar abajo la auditoría del COB. La ACB se bajó los pantalones con la colaboración de a quienes se les cayó la careta a las primeras de cambio. Ahora repite las formas. ¿Qué teme? Si defiende la justicia debería estar tranquilo y dejar que resuelva.
Todo eso con un presidente al que hace unos meses el diario El Mundo nombraba en distintos párrafos de un artículo titulado "Enchufes masivos de familiares en Fuenlabrada, según el CSIF". Pues eso. De no estar callados, al menos no gritar.

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