Opinión

Una marcha más

En un fin de semana en el que un equipo de voleibol femenino reclamó más atención, la calculadora hizo de balón en la liga de fútbol sala y la de fútbol nos envía un domingo de todo menos cualquiera, la LEB Oro arrancó una nueva etapa que apunta a apasionante e imprevisible. 

Con un COB que parece ir todavía en cuarta cuando el coche pide la sexta y una clasificación que engaña al que no se conoce de memoria un formato que cuesta demasiado explicar.

Andre Spight sacó brillo a un partido con demasiados grises y Adonys Henríquez, Mikel Úriz o Arkeem Joseph tratan de llegar a tiempo a un temporada en la que tienen, pueden y deben ser líderes de un equipo obligado a luchar por la permanencia pero con capacidad para ilusionar e ilusionarse con un final cuando menos entretenido.

Los triples del escolta hicieron llorar al visitante Michael Carrera, rompieron la buena pizarra de Gustavo Aranzana y dislocaron el hombro de uno de los buenos aficionados que se sentaron en una grada de foto. Ahora que ha regresado el público a los estadios, canchas y pistas, la organización de los partidos en el Pazo es de sobresaliente constante. Algunos no estaría mal que le echasen un vistazo.

Quedan, por lo menos, nueve partidos más y el rumbo del COB empieza a tirar más hacia la ilusión que al miedo. No es poco premio cuando se compite en una liga en la que el castigo será enorme incluso para los que lo hagan medianamente bien. Ante el Lleida al COB le llegó con eso, pero debe aspirar a hacerlo mejor. Tiene entrenador y jugadores para hacerlo.

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