Opinión

¿Contradicciones?

En la carta con ocasión de la finalización del año sacerdotal que el Papa Benedicto XVI escribía a los seminaristas cuenta el siguiente hecho: “En diciembre de 1944, cuando me llamaron al servicio militar, el comandante de la compañía nos preguntó a cada uno qué queríamos ser en el futuro. Respondí que quería ser sacerdote católico. El subteniente replicó: Entonces tiene usted que buscarse otra cosa. En la nueva Alemania ya no hay necesidad de curas.”

Podríamos trasladar esta anécdota perfectamente a nuestros días y a nuestra sociedad; hoy, para muchos, ya no hay necesidad de sacerdotes, ¿para qué si hoy las propuestas de una vida feliz y plena vienen dadas por el éxito, el placer, el dinero, el individualismo...?

¿Cómo va a tener éxito una propuesta que nos dice que “el que quiera ganar su vida la perderá”, “el que quiera seguirme cargue con su cruz y me siga”, felices los pobres, los misericordiosos, los limpios de corazón, los humildes, los que sufren…? ¿Cómo entender que sólo dándose completamente a los demás se siente una plenitud inmensa, que cuando no nos buscamos a nosotros mismos nos encontraremos plenificados, que para ser feliz no hace falta tener muchas cosas sino ser capaz de desprenderse de los bienes materiales, que hay más felicidad en darse a los demás que en estar preocupado por cómo me voy a vestir o cómo me van a ver los demás?

Parece contradictorio y quizás ilusorio proponer estos ideales en nuestra sociedad tan marcada por valores distintos a los que nos propone el mismo Jesucristo, no es un invento de la Iglesia. Pues este es el ideal que Dios propone a quien le quiere seguir de cerca y ganar su vida y ser feliz.

Este año en jornada dedicada al Seminario se nos recuerda la frase de Santa Teresa de Jesús en su Quinto Centenario: “Señor ¿qué mandáis hacer de mí?” cuando hoy la pregunta sería ¿qué quieres ser tú?, igual que la que le hicieron al entonces joven José Ratzinger. ¿Cómo proponer que alguien me mande?, ¿que alguien decida sobre mi vida? Parece un sinsentido en nuestros días en la sociedad del tener tan ayuna de valores trascendentes. No obstante, por suerte, todavía hay jóvenes dispuestos a plantearse la vida con otro enfoque convencidos de que con otros valores, distintos a los que les propone la sociedad en la que viven, pueden cambiar su vida y el mundo, hacerlo más humano y, al mismo tiempo, acercarlo más a Dios.

¿Será tan contradictorio lo que Cristo nos propone? Es un reto que sigue presente para tantos jóvenes a la hora de eligir su futuro en la vida. Un futuro que tienen que escoger y que marcará toda su existencia. Atreverse a probarlo, seguirlo e incluso proponerlo a otros que muchas veces caminan en la duda y la incertidumbre abotargados por tantos señuelos que la propaganda trata de transmitir. A lo mejor funciona.

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