Opinión

En medio del mundo

Hace aproximadamente un mes leía en las páginas de este periódico un breve reportaje sobre los sacerdotes en el mundo rural y en nuestra ciudad. En todos ellos aparecía la preocupación por la cercanía con la gente de sus parroquias; los que desarrollaban su labor en parroquias rurales insistían en la enorme cercanía del sacerdote con todos, bien fueran fieles cercanos a la iglesia o habitantes de sus parroquias.

Al ver el lema de la campaña del Seminario de este año, “Cerca de Dios y de los hermanos” me ha venido a la memoria el reportaje anterior y un ingente número de anécdotas en las cuales se refleja esta cercanía de los sacerdotes a sus conciudadanos. En los últimos tiempos hemos ido asistiendo a la jubilación de algunos sacerdotes ya ancianos que tienen que dejar de atender a las parroquias a las que han dedicado su vida, y como la inmensa mayoría de sus vecinos reconocen con algún homenaje la labor desarrollada por los mismos. La historia de nuestro Seminario diocesano está llena de ejemplos de sacerdotes que ayudaron a estudiar a tantos jóvenes que no tenían recursos para hacerlo. La memoria de nuestros pueblos podría poner múltiples ejemplos de sacerdotes entregados, que ayudaron a escribir cartas a los emigrantes de nuestras aldeas, que contribuyeron al desarrollo social de los mismos, aunando voluntades para conseguir carreteras, caminos, alcantarillados, luz…; que eran los gestores de tantos vecinos a la hora de presentar papeles y recursos ante la administración civil.

He crecido en un barrio de nuestra ciudad, el Puente, en el cual un sacerdote fue capaz de crear un cine parroquial, viviendas para las personas necesitadas de la parroquia, grupos de trabajadores que se reunían en la casa parroquial, grupos de personas que visitaban a los enfermos y necesitados de la parroquia, y tantas otras actividades.
De aquellas autoridades de antaño: el maestro, el médico y el sacerdote, el único que permanece en muchas de nuestras aldeas es el sacerdote; que sigue siendo la persona cercana, que ayuda a vivir lo mejor posible y a bien morir, que sigue siendo el que visita a los enfermos , a los ancianos, a todos aquellos que viven en sus parroquias.
Ciertamente el sacerdote es un hombre cercano a sus hermanos, muy pendiente de sus vicisitudes vitales, materiales y espirituales, que únicamente desde la cercanía y el trato asiduo con Dios obtiene fuerzas para seguir desarrollando su vocación en medio del mundo, al que debe amar con pasión, con la pasión del mismo Dios.

Te puede interesar