Opinión

Un mundo mejor es posible

Un año más acabamos de presentar la memoria de Caritas Diocesana de Ourense, y, por desgracia, un año más nos encontramos con que, en Ourense, hay muchas personas afectadas por la falta de oportunidades, por el debilitamiento de sus derechos, por el desempleo, por la carencia de bienes básicos para vivir dignamente…en definitiva muchas personas en situación de pobreza o exclusión social.

Ante ello caben varias posturas: la de aquellos que responden al dicho de “ande yo caliente y ríase la gente”, los indiferentes, desde su situación de bienestar y que, a lo más, sienten un cierto pesar de que a otros les suceda todo esto, pero tranquilizan su conciencia diciendo que eso es cosa del Estado o de tantas ONGs que se dedican a atender a todos estos “necesitados”.

Pero cabe otra postura y es la de arrimar el hombro para tratar de paliar estas situaciones; la de aquellos que no se contentan con sentir compasión, sino que están dispuestos a poner algo de su parte para que sus conciudadanos tengan una vida mejor.

Gracias a tantas personas que adoptan esta segunda postura es posible realizar todas las acciones que Caritas ha llevado a cabo durante este año. Gracias a tantos voluntarios que dedican algunas horas de su tiempo para ayudar a los demás y hacerles sentir que son importantes para alguien; gracias a tantos socios y donantes anónimos que prescinden de parte de su dinero para que los más desfavorecidos tengan lo necesario para llevar una vida digna; gracias a tantos trabajadores que ponen el corazón en el acompañamiento a las personas; gracias a entidades privadas y empresas que creen de verdad en las personas.

Un lema muy utilizado en Caritas es que “Un mundo mejor es posible”, creemos fervientemente en ello y tratamos de que las personas que acompañamos sientan el calor de la amistad y el cariño de los demás. A ello nos mueve la solidaridad humana y también la fe en un Dios que es Amor, como nos recordaba Benedicto XVI y constantemente el Papa Francisco.

Podemos desanimarnos ante los números de la pobreza, pero no es justo que a la desesperanza de tantas personas que no tienen lo necesario para llevar una vida digna unamos también la nuestra. Por ello los datos que Caritas presenta en su memoria son una llamada al compromiso y a no contentarnos con buscar culpables de esta situación, sino a arrimar el hombro y a crear una sociedad donde los valores de la dignidad de la persona, de la igualdad de oportunidades, del respeto a los derechos de todas las personas, la asunción del bien común, la ayuda a los más desfavorecidos se conviertan en principios reguladores de la convivencia.

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