Opinión

La unidad

“Permaneced en mi amor… 

(cf.Jn 15,5-9)”

El mundo actual, a todos los niveles vive atado a infinidad de estimulos y actividades que el marketing nos ofrece de continuo  a través de tantos medios de propaganda que llegan a nuestras vidas. Y es así como se crean lideres ya sean politicos, deportivos, musicales y una larga lista de referentes para la sociedad actual.

Este hecho lo comprobamos en el sector de la moda. Sin dudala moda es la que está moviendo al mundo de hoy y lo comprobamos hasta en el vestir y en el actuar y así nacen estilos y costumbre nuevas  que a lo mejor sorprenden a generaciones anteriores. Y existen modas y avances muy positivos junto a otros que denigran las personas sensatas. Baste citar la violencia de género que da la impresión de que se ha introducido de manera muy lamentable.

Pero, como decimos, junto a modas vituperables existen avances que producen bienestar y muy positivos elementos de progreso. En definitiva la categoría de las “novedades” podíamos calificarlas según la fuente de la que emanan.

Del 18 al 25 de enero, la familia cristiana celebra el octavario de oración por la unidad de los cristianos. Este año lo hace de acuerdo con el lema: “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia (Jn 15,5-9). La parábola evangélica habla de la unión profunda que existe entre la vid y los sarmientos. La imagen es sencilla, pero de una gran fuerza expresiva. Jesús es realmente la “vid verdadera”, llena de vida; los discípulos somos los sarmientos que vivimos de la savia que nos llega de Jesús. En consecuencia, el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid. 

Toda la vitalidad cristiana nace de esa vid que es el origen y motivo de todoa una cultura desde hace mas de veinte siglos. Si la savia de Jesús corre por nuestra existencia, nos llena de alegría, de luz y de comunión con los demás sarmientos. Todo lo que está vivo tiene que producir fruto. La unión profunda con Jesús, vid verdadera, es la base esencial de la comunión dentro de la familia cristiana que da frutos cuando vivimos día a día unidos a Cristo. Él nos lo dice: “El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante”.

En el octavario de oración por la unidad de los cristianos se ruega ante todo rezar por la unidad de toda la familia cristiana. La oración por la unidad es el alma del movimiento ecuménico. Todos los esfuerzos en pro de la unidad resultarían infructuosos, si les faltara el pulmón de la oración de los cristianos por la unidad, que es una humilde, pero esperanzada, participación en la plegaria de Jesús (cf Jn 15,7). 

Uno de los motivos para la convocatoria del Concilio Vaticano II fue precisamente el tema ecuménico y que hoy el papa Francisco está haciendo ímprobos y grandes esfuerzos para dar pasos hacia la unidad. Lejos de ser una moda, una propaganda o una estrategia a seguir es un imperativo deseo del mensaje de Cristo. Por eso esta semana dedicada al Ecumenismo ocupa un lugar preferente en los deseos de la Iglesia católica.

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