Opinión

¡Nos quiere vivos!

Hoy se celebra el primer domingo de Pascua de Resurrección. ¡El Crucificado ha resucitado! Al comienzo de su reciente Exhortación Apostólica Postsinodal el papa Francisco señala con toda claridad: “Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo!”. Aunque son palabras dirigidas especialmente a los jóvenes, podemos recordarlas como dichas para todos.

Para comprender la resurrección de Cristo, es necesario escuchar con atención particular el testimonio que ofrece la palabra de Dios en este Domingo de Pascua. En la primera lectura (Hch 10,34a.37-43). San Pedro da testimonio ante una familia pagana de la vida, de la muerte y de la resurrección de Jesús. Lo hace de manera sobria y densa. Jesús todo lo hizo bien, porque Dios estaba con Ël. Lo colgaron de un madero, pero Dios lo resucitó. Nosotros somos testigos. Quien cree en él se salva.

En el Evangelio de hoy (Jn 20,1-9) se recuerda que, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro y vio la losa quitada del sepulcro. Ella no entra en el sepulcro. Se llenó de pánico y fue corriendo junto a los discípulos para darles su interpretación de la tumba abierta: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Los discípulos quedaron desconcertados. Pedro y el otro discípulo fueron corriendo al sepulcro. Pedro entró primero al sepulcro vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. San Pablo en la carta a los Colosenses (Col 3,1-4) invita a vivir como creyentes en la resurrección del Señor. No debemos ser esclavos de lo que nos ata a la tierra. El Resucitado tira de nosotros y atrae poderosamente.

La resurrección de Jesucristo tiene una importancia decisiva para la vida cristiana. Si prescindimos del acontecimiento de la resurrección del Señor, la fe cristiana no se sostiene. Sin embargo, Jesús nos acompaña por todos nuestros caminos: “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Estas fueron, según Mateo, las últimas palabras del Resucitado a sus discípulos. Desde su resurrección, Jesús está presente, con una presencia muy real, aunque misteriosa, en el camino de la vida. Debiéramos tomar en serio estas palabras de Jesús: “Tuve hambre, estuve desnudo, fui forastero, estuve en la cárcel, enfermo” (Mt 25,31-46). Podemos encontrar a Jesús en el camino hacia Emaús (Lc 24,13-35), a través de la Escritura y la fracción del pan, pero también en el camino que va de Jerusalén a Jericó, donde yacen los heridos de la vida (Lc 10,29-37).No olvidemos que el Resucitado es también el “Resucitador”. El cristiano que sigue de cerca al Señor Jesús  está siempre al servicio de la vida de los hermanos.

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