Opinión

Pueblo sacerdotal

La celebración hoy de la Misa Crismal es una espléndida manifestación de la Iglesia como pueblo sacerdotal. Se recuerda con profunda gratitud que, mediante la unción del Espíritu Santo, el Padre ha constituido a su Hijo como Pontífice de la Alianza nueva y eterna. El Señor no sólo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, presiden al pueblo santo en el amor, lo alimentan en la mesa de la Palabra y lo fortalecen con los sacramentos. El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo. 

La Iglesia de Dios, que peregrina en Ourense, como Pueblo sacerdotal, guiada por el Espíritu Santo, está viviendo con gozo la celebración de un Sínodo Diocesano, a fin de llevar a cabo esta nueva etapa evangelizadora. Se trata de una asamblea, una reunión de laicos cristianos, de personas consagradas y de vida apostólica, y de toda la familia presbiteral, escogida para ayudar al Obispo en el ejercicio de su ministerio para bien de toda la comunidad cristiana. Apoyados en la gracia de Dios, los miembros de esta Iglesia particular avanzamos con ilusión por la senda sinodal. En este clima de comunión sacerdotal, el Obispo invita a los sacerdotes a renovar ante él y el pueblo santo las promesas sacerdotales y en la misma celebración consagra el santo Crisma y bendice el óleo de los catecúmenos y el óleo de los enfermos.

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