Opinión

Ante un trance difícil

Del 18 al 24 de abril se celebra en la Diócesis de Ourense la XIII ‘Semana de la Familia’. Con este lema "Familia y Misericordia" que habla de la relación entre la familia y la misericordia. Entre ambas realidades se produce una encrucijada perfecta. Desde hace 13 años, la Delegación episcopal de Familia, y las parroquias  colaboran para hablar de la familia como pilar básico de la sociedad y de la Iglesia. 

Frente a la cultura de la muerte, “en la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida… La familia es el lugar de la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, relacionados entre sí y de la maduración personal. En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir ‘gracias’ como expresión de sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir la cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea” (Papa Francisco, encíclica ‘Laudato si’, n.213). La familia es la escuela del más rico humanismo. En su seno coinciden distintas generaciones y se ayudan mutuamente a lograr mayor sabiduría y a armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias de la vida social. Además, como señala el Obispo ourensano, “en el seno de la familia cristiana, se engendra, no solo la vida humana, sino la de fe, convirtiéndose de este modo, en la primera y más importante escuela del cristianismo” (‘Ourense en misión’, p.22). 

La experiencia diaria, sin embargo, nos muestra que es difícil vivir el compromiso apostólico para las familias cristianas. Estas tienen la impresión de vivir la fe muchas veces en medio de un ambiente hostil e indiferente que ridiculiza la comprensión cristiana de la vida, de la sociedad y del universo. Con frecuencia los jóvenes padres crecieron en un mundo muy secularizado y difícilmente transmitirán una fe que ellos no han recibido o que no comparten. Por ello es necesaria una palabra de ánimo a los padres cristianos, de un modo especial a los que piensan que ya no están a tiempo o que padecen dificultades en la educación cristiana de sus hijos. Los padres experimentan la sensación de impotencia y desconcierto frente al ambiente, cuando no el dolor de ver como alguno de sus hijos rechaza la propuesta de vida cristiana que con ilusión les ofrecen y que sienten como fracaso. Es necesario renovar la esperanza de que, cuando Dios quiera la semilla en los hijos fructificará. 

La Iglesia nunca ha dejado de transmitir el Evangelio de la familia y, en esta línea, Francisco ha publicado el pasado 8 de abril la Exhortación ‘La alegría del amor’, donde se plasman los resultados de los dos sínodos sobre la familia celebrados en Roma en los años 2014 y 2015. Documento que ofrece una fotografía real de la situación actual de la familia y una senda apropiada de evangelización.

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