Opinión

Capitalismo contra la pandemia

La crisis que ya tenemos encima es el doble de lo que creíamos, y la ha creado la falta de previsión de los Estados

No, en esta crisis sanitaria, económica y social, hay que decir que no ha sido el mercado, no ha sido la economía libre, no ha sido el capitalismo, el que ha fallado. Rotundamente, no.

Lo que ha fallado, como siempre, ha sido el Estado, los estados. No fue la economía de mercado libre la que ha tolerado la falta de medidas higiénico-sanitarias en los mercados húmedos asiáticos (si es que en ellos se originó realmente la covid-19). Fue el Estado, que es quien tiene las competencias sanitarias. No fue la economía de mercado la que infravaloró el riesgo de pandemia. Fueron los estados o sus entes internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, que son los responsables de medir ese riesgo. No fue la economía de mercado la que reaccionó tarde y mal, cuando el virus ya era incontrolable. Fueron los estados, empeñados como están en el control y la planificación de todo. No fue la economía de mercado la que obvió sus propios documentos e informes sanitarios o de seguridad que advertían del riesgo. Fueron los estados, que son los que poseen todas las competencias en la materia.

En un planeta cuya población total se encuentra confinada o sometida a restricciones de movimientos siguiendo órdenes directas de los estados, es delirante culpar a la economía de mercado. Pero se trata de un delirio voluntario y consciente, dirigido desde altas instancias estatales y supraestatales para incrementar el peso y el poder del estado sobre el individuo y menoscabar el capitalismo. Y sin embargo, es precisamente el capitalismo el único factor que está respondiendo en la actual crisis, pese a las fuertes restricciones de los estados.

Nunca en toda la historia de la humanidad habían logrado los estados encerrar a la especie humana y disponer de todas las empresas del mundo, incluyendo a las que ofertan bienes y servicios de lujo. Actualmente Ferrari fabrica válvulas para ventiladores pulmonares y accesorios para mascarillas protectoras en su planta de Maranello, en Italia. Jaguar-Land Rover y Rolls Royce están fabricando respiradores artificiales. Airbus también. Lamborghini está produciendo mascarillas y pantallas de protección. Givenchy y Dior no son ahora marcas de perfumes de lujo, sino de gel desinfectante, al igual que L’Oréal. Están fabricando alcohol puro para fines higiénico-sanitarios empresas como Vodka Absolut, de Suecia, o Ron Montero, de Motril (Granada). Al igual que tantas otras empresas, han realizado también importantísimas donaciones.

Por cierto, el único sector que no puede fallar en una situación como esta es el de la distribución alimentaria, que es totalmente privado y no ha fallado. De hecho, ha sido ejemplar en todos los países. Lo ha sido, entre otras cosas, porque no lo dirige el estado. Pero fallará si el estado se inmiscuye en él.

Mucho cuidado con las tentaciones estatizadoras, nacionalizadoras, y con las redistribuciones estalinistas a cargo de una deuda perpetua; y con la propaganda nacionalista o chavista (incluso en sus versiones moderadas). La crisis que ya tenemos encima es el doble de lo que creíamos, y la ha creado la falta de previsión de los estados. Una vez más, sólo nos queda el capitalismo para salir de esta.

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