Opinión

Alfileres envenenados

Siguiendo con el tema del pasado jueves, una cosa es cierta: los tiempos cambian y los modos también, aunque se acrecienten los intereses y deseos personales en esto de la politica. Caben mil y una reflexión sobre lo ocurrido tras las elecciones recientes, incluida la célebre moción de censura que llevó a Rajoy fuera de la Moncloa, tras haber recibido una semana antes la aprobación de los presupuestos por parte de quienes después fueron decisivos para volverlo a su despacho de registrador en Santa Pola y ahora en la Castellana de Madrid.

Tratando de comenzar por algo positivo, que en todas las situaciónes siempre lo hay, los célebres pactos recientes (algunos incomprensibles) suponen una lucha clara contra los posibles corruptos porque, siendo varios los que manejan el cotarro, difícil será que alguno de los que manejan la harina se vea mancado con ella. Dedíquense a hacer el pan, a ser panaderos y miren alrededor para que todos por igual puedan comer uno bueno. Esta es la razón última de las elecciones: que todos puedan comer y sentirse felices.

Pero dicho lo anterior a uno le cuesta asimilar ciertos pactos y creer que han sido hechos por bien de los electores. Unos pactos cosidos con alfileres mezclando churras, merinas, cabras, cabritos y de todo. ¿Va a dar resultado este nuevo sistema? Esperemos que el tiempo nos diga que sí, que es lo que se desea. Porque llevamos tiempo con incertidumbres, pasteleos, cambio de cromos y “matrimonios” llamémosle de conveniencia, viendo ciertas soluciones cuesta creer que todo este jaleo es por bien del pueblo. Dan la impresión de que se deben a intereses personales o de partido los vuelcos copernicanos que algunos han llevado a cabo para hacerse con el sillón. Eso creo.

Con el sillón, el escaño, la silla o lo que fuere con tal de “colocarse”. Y a esto se añade que la lucha además de personal es partidista y para ello basta observar la reacción de los lideres de las formaciones políticas. Me gusta la moderación y aborrezco los extremos. Pero pese a ello soy de los que piensan que todos los votos son iguales y hay realidades que están ahí con personas, más de las deseadas por algunos, con sus actas legítimamente obtenidas y respaldadas por gran cantidad de votos. De ahí que parece un contrasentido que se apaludan, por algunos, los pactos en un sentido concreto mientras se vituperan los del lado contrario como si los votos fuesen distintos. Sería un desprecio claro a los votantes del lado que se vitupera. Lo tengo claro. Como para mí es clarísimo que hay partidos que tienen su momento y llegado un momento pasan a la historia. El caso más claro fue la UCD, que prestó un gran servicio al país y que acabó teniendo a Suárez perdido en un escaño del Congreso. Por eso bien creo que llegó el momento de ir pensando en la refundación de ciertas formaciones que por diversas causas, por el paso de la historia o por lo que fuere, acabó su tiempo. 

Por otra parte, la historia nos dice como precisamente la UCD era un conjunto de partidos cuyos líderes, con gran generosidad, renunciaron a su ideología y se unieron en un proyecto común. ¿Es llegado el momento de la refundación de toda la derecha? Parecería lo normal. De otro modo estamos viendo como han menudeado los alfileres envenenados para unir en un desesperado intento a formaciones cuyas diferencias son muy salvables. Sería otro el resultado con esa unión por la que ya algunos están clamando, sobre todo tras el trapicheo al que hemos asistido tras las elecciones.

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