Opinión

Bye bye, Reino Unido

Finalmente parece que se hizo realidad el tan manido “brexit” y se arriaron las banderas del Reino Unido dentro de la UE, después de aquel, al menos para mí, precipitado referéndum de David Cameron y de las interminables gestiones de Teresa May. Tenían libertad de la que carecían los demás paises y una señal fue la conservación de la libra. ¿Se irán ahora de Gibraltar y de las Malvinas?

Dan la impresión, y en ello acaso influya el carácter inglés, por veces teñido de soberbia característica, como si en realidad hubiesen estado para lo bueno prescindiendo de lo malo. Y ahora se enfrentan a una incierta transición en un mundo globalizado. Personalmente coincido con los analistas que opinan que ha sido un mal paso para ellos y también para el resto de Europa y veremos en qué queda Irlanda y Escocia. Nada fácil la situación a la que se enfrentan y que a más de uno les va a llevar a arrepentirse cuando ya la cosa ha ido adelante. El primer ministro, Boris Jonhson, lo va a tener muy difícil. Pretendió salir de prisa y corriendo con ese estilo a lo Trump y vamos a ver cómo sale de esa patata caliente.

Porque en realidad en primer lugar a algún país de fuera de la UE le interesa una Europa dividida y esto debiéramos tenerlo presente. Y es lamentable que haya faltado altura de miras y tener en cuenta que el mundo actual está inmerso en la globalización. Con divisiones y teniendo como meta lo de “cada uno va a lo suyo” se está creando un ambiente contrario al progreso. Y se ve primero en el Reino Unido, del que han huido gran cantidad de empresas, igual que de todas las zonas que desean separarse. Increíble ceguera.

Esta decisión, sin duda histórica, viene desde el comienzo de la UE. Se comenzó la unión por el tejado y así vemos los dislates actuales. Tendría que haberse potenciado una presidencia común central con supremacía sobre todo y sin concesiones que en realidad han menudeado hacia ese país. El banco central único tenía que haber sido más rígido y el cumplimiento de las leyes europeas más estricto. Y esto debiera haberles quedado claro a los ingleses desde un primer momento para ser conscientes de todo aquello a lo que se integraban. Porque en realidad nunca han estado plenamente integrados.

Porque una cosa es la unión en los despachos y en el papel y otra muy distinta la real y efectiva. A toda Europa le ha faltado, comenzando por el Reino Unido, una mentalización previa para saber a lo que se comprometían. Todos recordamos las prisas y el desmesurado afán por entrar en Europa. Esa fue la idea que se les transmitió a la ciudadanía sin una campaña informativa seria. El caso era entrar… y ahora se ven las consecuencias. Faltó, y aún falta, en gran parte una sensibilidad común una adhesión afectiva. Cierto que hay la bandera azul con las estrellas pero más como decoración que como un sentimiento común. 

Recuerdo que cuando entramos los españoles, un amigo me dijo: “Pero nosotros ¿no somos ya desde siempre europeos?”. Y así se ven las diferencias abismales entre unos países y otros. Tal vez los ingleses lo vieron y por eso ni aceptaron la unión monetaria. La zona euro fue una división desde el primer momento. Se veía que la unión afectiva con el resto de Europa nunca era tal. Por todo ello y en el fondo tras el desprecio que nos han hecho al resto de países: “bye, bye” Reino Unido. Que les vaya bonito y que “con su pan se lo coman”.

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