Opinión

¿Los cargos para las personas?

Uno de los males que, en mi opinión, le ocurren a la sociedad actual, a todos los niveles, es la ineptitud con la que llegan algunos a ostentar los cargos. Recuerdo, hace muchos años, en el final del antiguo régimen, que un prestigioso personaje fue nombrado ministro de Obras Públicas. Era un abogado, intelectual, pensador y ensayista, además de diplomático con un currículo amplísimo tanto en España como en el extranjero. Muy de derechas, se opuso a la actual Constitución española. Recuerdo que en una sobremesa en Poio, donde pasaba temporadas, le dije lo que sentía: “Creo que usted sirve para cualquier puesto, pero para ministro de Obras Públicas me parece un despropósito”. Se echó a reír. Y de hecho cuando tomó posesión afirmó que él quería ser el ministro que diese fin a las obras comenzadas. Menos mal.

La anécdota que viví en primera persona me viene muy bien para el tema de hoy. Ciertamente hay muchas personas valiosas y con una buena formación académica y profesional. Pero nunca todos sirven para cualquier cargo, para tomar las riendas de cualquier empresa o ministerio. Es cierto aquello de “zapatero a tus zapatos”. Y los errores y meteduras de pata de muchos vienen precisamente por haber sido colocados a dedo en lugares que ni conocen ni entienden de lo que está en juego. Así nacen muchos de los fracasos de la sociedad actual aquí y acullá. Se busca y pretende colocar a las personas en el puzle de los cargos y sobre todo de prebendas, o para “pagar” servicios prestados, que esa es otra. Y así después les luce el pelo y llegan las reiteradas rectificaciones.

Lo ideal es buscar la persona idónea para el cargo concreto y, de acertar en ello, llega el progreso en el desarrollo de su misión. Porque ocurre, aterrizando ya un poco más, que hay personas que ni oficio ni beneficio poseen y cuyo currículo dista de ser notable. Más aún, personajes sin profesión definida que escalan a puestos que a todas luces les van a quedar muy anchos. Ni todos son economistas, ni todos son de letras. Los que andamos muy peces en matemáticas malamente podríamos ostentar cargos que requieren saber de números. 

Por otra parte se requiere, para los cargos de responsabilidad, una formación y un prestigio que avalen sus nombramientos. Es nefasto cubrir huecos bien remunerados con personas que son amigos o de nuestra misma ideología. Como me parece muy discutible la paridad de géneros en distintos organismos. Puede darse el caso de que se encuentre mayor número de mujeres preparadas para el cargo, pero también que en otro sector en el momento concreto sean mayoría los hombres. Someterse a “cupos” puede ser un gran obstáculo para el buen funcionamiento. Quedará bien de cara a la galería, pero después en la práctica la cosa es bien distinta.

Por experiencia que supongo comparten mis lectores, y sin concretar demasiado, podemos observar en nuestro entorno y en países como los hispanoamericanos, que la clase politica olvida estos principios que comentamos y después de ahí nace la deriva por la que se mueven algunos sin un rumbo serio y fundamentado por el peso de quienes ocupan los puestos de responsabilidad. En estos momentos de crisis, únicamente las personas bien formadas y con criterios y valores serios serán los capaces de llevar los países a buen puerto. Lo contrario conduce a la bancarrota y al hundimiento social y económico. Algo grave. 

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