Opinión

¡Criminales!

A lo mejor alguno hasta me va a llamar demagogo, pero es sumamente grande el problema que perturba a las personas sensatas, hace brotar las lágrimas a mucha gente y está trayendo miseria y pobreza a nuestros pueblos. Son tan grandes los incendios que están destruyendo nuestro paisaje, arruinando familias y quemando muchos o todos los elementos con los que nuestra gente estaba sobreviviendo, que la pena lleva a la rabia y ésta a la unánime condena sin paliativos. Es muy triste ver como zonas enteras se han convertido en cenizas e incluso han vuelto las llamas en algunos lugares repetidas veces en este verano. ¡Qué triste espectáculo! ¡Qué deprimentes escenas y qué lamentable futuro para muchas de nuestras gentes! ¡Más de nueve mil hectáreas quemadas en Ourense!

Parece, según todos los indicios, que la mayoría de estas catástrofes son provocadas. Es difícil explicar lo contrario. Y así los paisanos de muchos lugares, ante la desolación y el desasosiego, claman y afirman que son fruto de mafias organizadas. Razones para sostener esta idea son incontables. Por eso el calificativo para estas mentes perversas tiene que ser el peor y las rejas de nuestras prisiones tienen que ser, tras los justos veredictos judiciales, su lugar perpetuo. Es el lugar más apropiado para estas mentes criminales. Porque en realidad de eso se trata: de crímenes organizados. Existen, por desgracia, en nuestro alrededor gente a la que ni le importa el medio ambiente, ni que sufran y pasen hambre tantas personas de nuestros pueblos. Es el momento de que las Fuerzas de Seguridad del Estado traten de dar con estos desalmados y que la Justicia los ponga a buen recaudo.

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Siempre estas catástrofes son inconfesables, pero más en esta época que estamos atravesando que se convierten en un ingrediente más para el desasosiego. Son tantos los desvaríos actuales que hacen dificilísima la paz social. Imposible vivir en medio de tanta tensión y por ello comprendo que los psicólogos estén a rebosar. Es la covid-19, son los incendios, es la economía y lo es sobre todo aquí la incomprensible postura de algún político al que parece que nada la importa que su ciudad se hunda.

Es el momento para la reflexión y comprobar cómo hemos convertido a este mundo en un juguete en manos de mafias, descerebrados, payasos sin gracia y locos de atar. Estamos viendo cómo grupos de amigos, familias enteras, están comprando pueblos abandonados para retirarse y vivir allí porque desean hacerlo en paz, lejos de tantos desvaríos actuales. Les sobran razones.
Volviendo al tema de hoy, comprobamos cómo las llamas son el arma que utilizan algunos ya sea aquí o en América. Los destrozos en Brasil y EEUU son incontables y hacen pensar en lo que afirmábamos. Esto sólo tiene que ser fruto de mafias organizadas que contagian costumbres y modos deplorables por doquier. Es la guerra sanitaria pero también la económica y la medioambiental. 

Y, en el mientras tanto, nuestros políticos discutiendo sobre temas que para nada interesan a la mayoría del pueblo que les eligió. Esta es la tristísima realidad actual. Los remedios y las soluciones deben partir desde la raíz tratando de poner en ese tablero de ajedrez a personas sensatas, sensibles y con ganas de trabajar por los intereses del pueblo. En estos últimos tiempos, si le digo de verdad lo que siento, me da pena esa hermosa tierra que es Ourense, de la que brotó el oro pero también el agua hirviendo, las mentes privilegiadas y llegó a ser llamada la Atenas de Galicia con toda la razón. Pero ¡cómo la están tratando!

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