Opinión

CUANDO HASTA LOS PERROS REZAN

He encontrado en mi archivo una foto de un niño rezando y a su lado el perro en la misma actitud de recogimiento, dando la impresión de que los dos hacen lo mismo. Tierna instantánea que hace pensar precisamente hoy Día de la Misericordia. Me pregunto quién habrá sido la persona que enseñó a rezar así a ese niño y qué estará diciendo en su interior. Posiblemente, manifestando un deseo o una petición porque a su edad pocas oraciones comunes se sabrá de memoria. Pero sí que le habrán instruido debidamente para que descubra que hay un ser más allá que puede ayudarnos. Por la edad que representa posiblemente aún estará lejos de la Primera Comunión e incluso pocas catequesis habrá tenido si es que las ha tenido. Pero ¡sabe rezar!  Y sin duda su oración será mucho más sincera y eficaz que la de los más cultos teólogos.

Porque para rezar lo fundamental es ese esfuerzo interior, ese deseo del corazón, y esa actitud de humildad que es la que manifiesta el niño con su perro al lado. Sobran los comentarios ante esta imagen tan elocuente. Y, cuando pasamos por momentos difíciles en los que ni la ciencia ni la técnica saben dar respuesta certera, solo resta el acudir a quien todo lo puede porque por mucho que indaguemos sigue siendo necesario para el corazón de la humanidad, un ser supremo que todo lo puede y el único que puede ayudarnos. Posiblemente, sin palabras, el corazón del niño ya lo descubrió.

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