Muchos son ya los que se mueven entre gran perplejidad al ver actuaciones y posturas de nuestra clase política. Menudean cambios de chaqueta por doquier y los personajes en cuestión siempre tienen a flor de labios la respuesta preparada para justificar sus vertiginosos cambios de color. Evidentemente, y seamos realistas, siempre anda por medio el dinero, los emulumentos y, en definitiva, los apetecibles sillones. Últimamente hemos visto “jugadas” increíbles. ¿Y el pueblo que les vota, cómo ve estos chanchullos? Me imagino que mal. Sean del partido que fueren, que pocos se salvan de la crítica.
Personalmente opino que se está infringiendo un ataque descarado a la misma democracia, cuyas consecuencias las vamos a pagar todos. Están haciendo bueno el pensamiento de Aristófanes que afirmaba que “la democracia convierte al hombre en charlatán y pendenciero”. Ya hemos puesto aquí esta cita varias veces. Debieran saber leer la historia quienes se están convirtiendo en depredadores de la democracia y comprobar que las dictaduras llegaron precisamente por la mala utilización de ella. Un sistema que está convirtiendo en millonarios a más de un político actual.
Con los hechos recientes, da la impresión de que algunos llegaron al sillón y permanecen en él mientras no llegue un buen postor que le ofrezca lo que fuere con tal de que mude su voto inicial. Si es verdad lo que se rumorea en el sentido de que ciertos pactos se rompen por prebendas es, cuando menos, muy rastrero.
Hay un detalle que yo tengo muy claro y es que los votos todos valen igual ya sean de derecha, de izquierda, de los extremos o del centro. Hacerle ascos a uno de los sectores creo que es antidemocrático. Es un desprecio a miles de votantes que les eligieron. Tanto vale un voto de Vox como el de la CUP o Podemos. Y en esta escena de depredadores democráticos surgen reacciones inconcebibles con insultos fuera de tono. Da la impresión de que todo vale con tal de desmontar lo actual para poner un incierto futuro. Y esto ha pasado en Murcia, Castilla y León y Madrid. Insultos dignos de un juzgado de guardia.
Lo que ocurre en el Parlament catalán es impensable en democracia, hiere la Constitución y en definitiva mina la democracia. Al momento de hablar los partidos de derechas, los independentistas se levantaron y se fueron del salón en el que se debatía la elección de presidente de la Generalitat. Además de falta democrática es de educación y de respeto para los votantes. La historia juzgará la situación catalana y, con sensatos argumentos, me temo que va a quedar mal parada. Según parece el pacto para gobernar lleva implícito otro referéndum y desarmar en la práctica a los Mossos de Esquadra que, por cierto, ya se han quejado.
Pero el mayor delito que está sobre la cabeza de los politicos catalanes es la división de aquel pueblo. Nunca es buena la división y los que la promueven debieran dar buena cuenta de ello. Porque los politicos debieran estar para la concordia, el diálogo y la paz, algo que cada día parece estar más lejos en aquellas tierras. Se les ha prohibido el tal referéndum varias veces con la Carta Magna Española en la mano y parecen ni hacer caso en su erre que erre en busca de lo que pretenden. Por eso están en la cárcel varios promotores pero parecen querer hacer valer la suya que es un camino sin futuro a todas luces. Difícil situación sobre todo para la democracia, que eso es lo grave. Debieron admitir que todos los grupos que están en el Parlament cuentan con el respaldo de miles de votos, personas anónimas que les han puesto allí.
