Opinión

El papa en África

Sin lugar a dudas, es muy posible que el viaje del papa Francisco al Congo y a Sudán sea, pese a la dificultad de movimiento, lo más logrado de las visitas apostólicas. Ya le hemos dedicado varias reflexiones, como han hecho muchos medios del mundo:

“Francisco, abogado defensor de los pobres, los auténticos vicarios de Cristo”. “El África que duele y reconforta al papa Francisco”. 

“La República Democrática del Congo y la República de Sudán del Sur son sólo dos ejemplos del rosario de países africanos que sufren las mismas penas y lloran las mismas lágrimas de la guerra, la explotación, el subdesarrollo y la miseria de sus gentes”

“El papa ha olido la miseria, ha abrazado a los descartados y a las víctimas, ha escuchado sus relatos estremecedores. A Francisco le revienta la pobreza sobrevenida y la avaricia enraizada en el sistema capitalista salvaje; la desgracia de la guerra y de la explotación. Y grandes potencias, que esquilman sus riquezas”. Como el del chaval que le contó cómo vio matar a su padre y cortarlo en pedazos.

Pero al papa también le reconforta África. El África que vive, que cuida la casa común, que mira al futuro, que canta, baila y sonríe. El África que lleva el ritmo en las venas y el “ubuntu” (yo soy más yo con el otro) en su sangre y en su cultura. Le reconforta el África que, en medio del dolor y de la cruz, se está convirtiendo en el continente de la esperanza para la Iglesia católica. En cantidad y en número de fieles. Pero también en calidad o en práctica religiosa, según demuestra un reciente estudio, que certifica que muchos países africanos alcanzan un porcentaje de más del 90% de práctica religiosa, mientras en España no llegamos al 25% y en Francia, al 8%. Europa y el mundo desarrollado dan la espalda a la fe, que hasta languidece en Latinoamérica, pero resurge con fuerza en tierras africanas. 

La foto del viaje a Sudán, una niña dando limosna al papa Francisco, es sólo un ejemplo del rosario de países africanos que sufren las mismas penas y lloran las mismas lágrimas de la guerra y la explotación. Visita histórica del papa Francisco a África, a dos países unidos por la misma desgracia de la guerra y de la explotación. Los dos víctimas de males internos (como el tribalismo y la corrupción) y de males externos: el evidente colonialismo económico de las grandes potencias, que esquilman sus riquezas y, para hacerlo impunemente, imponen la censura y el silencio casi absoluto a sus fraudulentas actividades en ambos países. La República Democrática del Congo y la República de Sudán del Sur son sólo dos ejemplos del rosario de países africanos que sufren las mismas penas y lloran las mismas lágrimas de la guerra, la explotación, el subdesarrollo y la miseria de sus gentes. Y al papa de los pobres le duele África y su pobreza. Porque la ha tocado con sus manos, la ha abrazado. No habla de oídas ni en teoría. Ha olido la miseria, ha abrazado a los descartados y a las víctimas, ha escuchado sus relatos estremecedores. Como el del chaval que le contó cómo vio matar a su padre y cortarlo en pedazos. Y se le rompió el corazón ante esos rostros concretos. 

Desde su propia precariedad, sentado en su silla de ruedas, clama, alto y claro, contra los depredadores de los pobres. Aunque el sistema se defiende y muchas de sus denuncias y proclamas nunca llegan a la gente de los grandes países occidentales, porque no son recogidas por sus grandes medios, especialmente por las grandes cadenas televisivas, que silencian sus mensajes y sólo “venden” lo superficial o lo anecdótico de la estancia del papa en África.

Y se deja la piel y parte de su resquebrajada salud en el intento por los pobres, los auténticos vicarios de Cristo. Le reconforta el África que, en medio del dolor y de la cruz, se está convirtiendo en el continente de la esperanza para la Iglesia católica. En cantidad y en número de fieles.

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