Opinión

El Santo de Aquino

Se celebra hoy, 28 de enero, a una de las mentes más privilegiadas que ha tenido la humanidad. Sin duda alguna eso es el dominico Tomás de Aquino (1225-1274). Fue el más importante intelectual de la Alta Edad Media, integrando el sistema filosófico de Aristóteles, el concepto de la ley natural y la teología cristiana para forjar el “tomismo”, una asombrosa síntesis de filosofía, teología y ciencias humanas. Es considerado el principal representante de la enseñanza escolástica y una de las mayores figuras de la teología sistemática. 

Estudió en París y Nápoles y recogió el saber de Agustín de Hipona, Platón y Sócrates. Pero sobre todo fue capaz de recoger el pensamiento de Aristoteles, en el que virtió las enseñanzas del cristianismo. De ahí que el pensamiento de santo Tomás reciba el nobre de “aristotélicotomista”. Sus estudios, tan sumamente variados, influenciaron y aún tienen vigencia a nivel universal siendo el gran personaje de la cultura occidental en los últimos siete siglos a la vez que es considerado el guia intelectual de la Iglesia Católica en estos años. Son célebres sus cinco pruebas de la existencia de Dios a las que él llama “Vías”: 1ª Movimiento, que reclama un motor inmóvil. 2ª La causalidad, que pide una causa primera. 3ª La contingencia, que lleva al ser necesario. 4ª La perfeccón, que exige un ser perfecto. 5ª El orden, que le lleva a explicar el fin último. En defintiva, concluye que sus 5 Vias le llevan a la admisión de un Ser Supremo.

Las célebres tesis tomistas, que muchos estudiamos, llevan a rígidas conclusiones que él seguía a rajatabla con una mente tantas veces cuadriculada. Hay un ejemplo conocido, que fue el enfrentamiento con el franciscano Duns Scoto sobre la Inmaculada y el pecado original. Afirmaba el aquinatis que la encarnación de Cristo fue para toda la humanidad, que toda tenía el pecado original. Luego la Virgen, que era humana, también lo tuvo y no fue Inmculada. La respuesta del franciscano fue contundente: para Dios no existe el tiempo y fue Inmaculada la Virgen en previsión de los méritos de su Hijo que “quiso, pudo y la hizo sin pecado”. 

La principal aportación filosófica de Tomás de Aquino es su metafísica del ser como fundamento de la realidad. Junto a esto, destaca por su ética de las virtudes y por su enciclopédico desarrollo de la filosofía aristotélica y neoplatónica. Tomás de Aquino no defendió sólo con argumentos bíblicos la propiedad privada, también la defendió desde un punto de vista económico: los bienes propios se usan mejor que aquéllos que se tienen en propiedad común. Entre los múltiples temas que abordó a todos los niveles habló del precio justo. En economía y filosofía escolástica renacentista (s. XVI y XVII), es el precio que permite al productor o comerciante vivir dignamente con su actividad y a la vez permite que dicho bien o servicio pueda estar al alcance del consumidor o ciudadano que lo necesite o requiera.

Su espiritualidad le permitía encarnar sus conocimientos en las realidades humanas. Sus numerosas obras hablan de todo ello. Para Tomás de Aquino cualquier tema era susceptible de estudio y además en profundidad y dentro de su esquema con los célebres silogismos escolásticos. Incluso en poesía, y es conocida la anécdota. El papa Urbano IV le encargó a él y al franciscano san Buenaventura un himno a la Eucaristía. Cuando lo hubieron acabado, fueron a leérselo al Pontífice. Comenzó santo Tomás y en la mitad de la lectura san Buenaventura rompió el suyo sin llegar a leerlo. Ante el asombro del papa, el franciscano le respondió que era imposible superar lo que estaba leyendo el dominico Tomás de Aquino. 

Con razón es patrón de los universitarios.

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