Opinión

¡Entiéndanse, por favor!

Una vez escrutados los votos de unas elecciones, si somos verdaderos demócratas, tenemos el deber, la obligación ineludible, de aceptar los resultados, ya sean favorables a nuestras ideas o totalmente contrarios. La voluntad popular debe respetarse siempre. De ahí que los pactos de los ganadores sean, de una forma u otra, sentencia firme. Decía Pablo Neruda: “Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error. Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala. De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tu siempre has de ganar”. Sabio consejo del escritor chileno que debiera dirigir a nuestros políticos en su nada fácil tarea de llevar el país adelante. 

Porque hay momentos, yo creo que siempre, en los que si pretenden los políticos ser reflejo de esa voluntad popular manifestada como un veredicto a seguir, están abocados a entenderse y, sobre todo a tratar de no distraer al pueblo. A veces da la impresión de que algunos se mueven en el campo de esa distracción para alejar a la opinión de sus verdaderos problemas.

Ya lo hemos dicho aquí muchas veces. Es muy triste contemplar como, incluso dentro del mismo gobierno, unos dicen ocho y los otros ochenta. Lo tiene muy difícil Pedro Sánchez cuando contempla que sus socios reiteradamente pretenden marcar un ritmo distinto al necesario para el país. Es el momento de remar juntos todos pero sobre todo los miembros del Gobierno. La dificultad actual es suma y el esfuerzo debe serlo igualmente.

Es difícil de explicar las notorias diferencias de criterio y sobre todo de públicas opiniones. Ante la situación de la pandemia, sobre todo en Madrid, que salgan algunos a manifestarse en contra de las medidas cautelares sorprende grandemente. Y hemos visto cómo el cualificado miembro de Podemos señor Monedero encabezaba esa manifestación. Increíble cuando el presidente del Gobierno se manifiesta, como es su deber, a favor de la colaboración ante tema tan crucial.

Hay momentos para todo, ya lo dice la Biblia. Y parece muy importante tratar temas controvertidos. Pero sinceramente creo que a veces el momento nunca puede ser éste cuando hay cosas más vitales que el Valle o la monarquía. Ejemplos que creo que son claros. Y sobre el Valle de los Caídos, Juan de Ávalos, arquitecto que lo diseñó, ha sido muy contundente y creo que debieran escucharlo algunos. Él fue exiliado y nunca fue adicto al régimen franquista, y ha hablado con claridad meridiana a tener muy en cuenta cuando es un cualificado testigo de la obra. Incluso ha hablado de la Cruz que, según él, nunca estuvo en la mente de Franco, igual que su sepultura, mostrándose sorprendido y contrario a ciertas posturas.

Y a propósito de esa cruz que tantos comentarios ha suscitado, creo que todos saben lo que aconteció en la toma de posesión de Tierno Galván, socialista auténtico y agnóstico convencido, como alcalde de Madrid. Hay testimonios gráficos de esa ocasión. Algún “espabilado”, creyendo complacer así al gran alcalde, retiró de la mesa para el juramento un tradicional crucifijo. Cuando el nuevo regidor de la villa y corte se dio cuenta, inmediatamente lo mandó colocar para el acto. Ante la sorpresa de algunos, dijo públicamente que su mandato quisiera que estuviese entre lo que significa la cruz, la Biblia y la Constitución. Era un agnóstico pero muy culto y sumamente respetuoso con la historia y las tradiciones. Santa Teresa, cuya fiesta celebramos hoy, sigue siendo un contundente ejemplo de fortaleza e iniciativas que perduran.

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